Opinión | TRIBUNA

La reforma laboral: cauce de justicia social

Sánchez, Calviño y Díaz, durante el debate de la reforma laboral en el Congreso.

Sánchez, Calviño y Díaz, durante el debate de la reforma laboral en el Congreso. / José Luis Roca

En España, el acuerdo en el ámbito político parecía imposible, hasta que empezamos hace unos meses, a hablar y escuchar sobre el diálogo social.

Diálogo y acuerdo para conseguir avances en los derechos de la clase trabajadora.

Frente a lo que ocurre cuando gobierna la derecha, que habla de «reformas» en lugar de «recortes», que puso de moda la palabra ‘Minijobs’ cuando en realidad son trabajos basura, o cuando una vicepresidenta del gobierno afirmaba «Hoy en día quien tiene un trabajo es un privilegiado», o la «flexibilización del mercado laboral» cuando en realidad era despido sin derecho a indemnización.

Opuestamente a esos retrocesos en derechos de los trabajadores, cada vez que la derecha llega el poder, un gobierno progresista ha conseguido que en la sexta reforma laboral planteada, en lugar de recortar derechos a los trabajadores, se les devuelvan. La Reforma Laboral ha conseguido, fruto del acuerdo y el diálogo social, que el derecho al trabajo recogido en el artículo 35 de la Constitución - «Todos los españoles tienen el deber de trabajar y el derecho al trabajo»- comience a ser una realidad.

Un trabajo digno, sea cual sea la profesión y oficio que hayamos elegido, y una remuneración suficiente.

La reforma ha conseguido que en España estemos en cifras históricas, más de 20 millones de ocupados afiliados a la Seguridad Social -cifra nunca alcanzada hasta ahora- 1 de cada 2 contratos firmados son indefinidos, el paro ha descendido en casi 900.000 personas, la mayor reducción Interanual de la serie histórica.

Si hace una década hubiésemos dicho esto a albañiles, trabajadores y trabajadoras del sector servicio, jardineros/as etc…que el contrato por antonomasia sería el indefinido, que se puede salir de la crisis y crear empleo estable, acabar con la precariedad y subir el salario mínimo, sin que se cumplan los pronósticos catastrofistas de la derecha, quizás no nos hubiesen creído. 

Detrás de esos buenos datos de empleo desde la aprobación de la reforma, hay personas, familias, como la de un amigo cercano a los 50 años y con más de 30 cotizados, encadenando contratos temporales, en diversos sectores, y que hace unos meses firmó un contrato, su alegría ese día y la de su familia era notable.

O como la de muchos jóvenes que a diferencia de los de hace una década, pueden pensar en el futuro con más optimismo, el 44% de los contratos firmados por menores de 25 años son indefinidos.

O trabajadores públicos, que tras muchos años de trabajo en las distintas administraciones públicas van a poder consolidar sus puestos de trabajo.

Los y las trabajadores/as de la Bahía de Cádiz saben bien lo que supone haber recuperado la ultraactividad indefinida; se acabó tener la espada de Damocles a la hora de negociar el convenio.

Frente a esos buenos datos que vemos en el ámbito estatal, duele que en Andalucía no avancemos en el mismo sentido que España. En Andalucía, la comunidad con el paro estructural más alto de nuestro país, no ha sido capaz de ejecutar los recursos que el Gobierno de España le envió, ni para luchar contra el Covid, ni para luchar contra el desempleo. El señor Moreno Bonilla, ha dejado sin ejecutar 1.500 millones destinados a la creación de empleo.

Si hablamos de Políticas Activas de empleo, Andalucía ha recibido 400 millones de euros y es la comunidad que menos ha ejecutado, ¿Le podrá explicar el señor Moreno Bonilla a los y las jóvenes de nuestros pueblos porqué llevamos años sin Escuelas Taller?

¿Nos podemos permitir los andaluces y las andaluzas el tener un gobierno que sólo piensa en gastar en autobombo y publicidad y no piense en proyectos que creen empleos estables y de calidad, un gobierno que no quiere reconocer el derecho a las prestaciones por desempleo a las andaluzas que trabajan en las tareas del hogar?

La política debe servir para conseguir objetivos que mejoren la vida de la gente y esta reforma laboral fruto del diálogo social y político lo ha conseguido y debe servir para que la ciudadanía recupere la confianza en las instituciones y en la democracia.

Frente a una derecha que, cuando gobierna, sólo lo hace para que la desigualdad social aumente, los y las socialistas entendemos que gobernar es, sobre todo, conseguir que las desigualdades sociales vayan disminuyendo, siempre en beneficio de quienes menos tienen.

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