Opinión | Málaga de un vistazo

La fórmula

Turistas y malagueños pasean por la calle Larios.

Turistas y malagueños pasean por la calle Larios. / Gregorio Marrero

Prefiero la Málaga invernal-primaveral en que las tardes se alongan, las temperaturas no asfixian y las esporádicas lluvias, ausentes de polvo saharaui, limpian aire, calles y aplacan el hedor del malogrado alcantarillado de la ciudad como de la putrefacción en papeleras, contenedores y suelos. Es tontería esta preferencia, porque cada estación llegará irremediablemente. También lo hará la Feria en agosto, cuyo experimento de celebrarla en septiembre perdimos y ya nadie se atreve a rescatar. Una pena, pues seguro que con el lleno turístico veraniego que parece garantizado, lo de septiembre podría beneficiar al sector y con ahorro en sudores. Lo que me apetece mucho este verano es ver cómo se perfila la sede de Google en el Paseo de la Farola, un hito empresarial para la ciudad muy especial por el significado que aporta: el talento malagueño más allá del turismo, proyectándose el sector tecnológico con baluartes autóctonos que apuestan por su tierra, que han luchado por quedarse en casa sin complejos, aunque lo eclipsará la ‘Torre del Puerto’ en el Dique, monumento antidemocracia, al gas y petróleo por el que nos venderemos y que será tan grande como la vergüenza que me da ver pisoteada nuestra valía como pueblo por la mala praxis política.

Ojalá nos sacudamos los complejos y veamos que no tenemos que seguir el camino fácil, ni copiar modelos de ciudad obsoletos, además bajo presión. Pero no hay costumbre de sufrir y hay demasiados intereses en juego, es una ecuación en la que los malagueños no aparecemos ni como incógnita.

La fórmula del carácter afable malaguita vendría a ser: (Málaga la bella + calidad de vida) x (sol) 2 pero tocar ciertas variables cambiará esa constante de carácter y más siendo que las ganancias de nuestros políticos es inversamente proporcional a la alegría del pueblo.

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