Opinión | 360 GRADOS

Falsear la historia

Putin

Putin

Novaya Gazeta es un periódico ruso de oposición al régimen de Vladimir Putin que, censurado por el Kremlin, decidió suspender sus operaciones en ese país para publicarse fuera con ayuda de medios de prensa occidentales.

Una de sus colaboradoras es la periodista y escritora Yulia Latynina, receptora del premio “Defensores de la Libertad”, que concede el Departamento de Estado norteamericano.

Hace sólo unos días, Latynina publicó en el portal del diario alemán TAZ un polémico artículo que recordaba las tesis revisionistas de algunos historiadores alemanes sobre la Segunda Guerra Mundial.

Según Latymina, no fue Hitler, sino su contemporáneo dictador soviético el responsable de aquella guerra: “Stalin planeó la Segunda Guerra Mundial con el fin de dominar el mundo hasta que la última república soviética argentina (sic) formara parte de la URSS”.

Se trata de una falsificación de la historia defendida por la extrema derecha alemana para minimizar la responsabilidad directa de Adolf Hitler en una guerra que costó al mundo más de 55 millones de muertos, muchos de ellos soviéticos.

Según escribió el historiador Ernst Nolte en un artículo publicado en 1986 en el diario conservador alemán Frankfurter Allgemeine Zeitung, el nacionalsocialismo fue sólo una respuesta al “genocidio de clase” y “barbarismo asiático” de los bolcheviques.

El Holocausto, o “genocidio racial”, como lo llama Nolte, fue, según él, una reacción entendible, aunque excesiva, del dictador nazi a la amenaza soviética.

Ya en 1941, el ministro de propaganda del Tercer Reich, Joseph Goebbels, había escrito en su diario que Moscú quería “bolchevizar a Europa”, por lo que la guerra de Hitler tenía sólo un carácter preventivo.

Nolte y otros historiadores de la corriente revisionista se negaron a reconocer que la ideología nacionalsocialista fuese el móvil principal de la Alemania nazi y que Hitler pretendiese conquistar la Unión Soviética para repoblarla y apoderarse de las reservas de petróleo del Cáucaso los ricos recursos agrícolas de Ucrania.

Su objetivo incluía el exterminio o la esclavización de los pueblos eslavos, considerados como una raza inferior, y su deportación masiva a Siberia para conseguir más espacio vital para Alemania.

Las tesis aberrantes de Nolte dieron lugar a lo que se llamó en alemán el “Historikerstreit” o Disputa de los historiadores: los revisionistas desarrollaron la idea de que los crímenes nazis eran sólo una reacción a los de Stalin y el totalitarismo, producto de la “barbarie asiática” introducida en Europa.

Resulta preocupante que esa periodista rusa, amenazada de muerte en su país, se valga de los medios occidentales puestos a su disposición para difundir viejas y desacreditadas tesis sobre la supuesta responsabilidad del comunismo soviético en el estallido de la Segunda Guerra Mundial.

Claro que es algo que no debe sorprender demasiado pues esa “defensora de la libertad” por sus críticas a Putin lleva años denunciando al mismo tiempo en sus escritos, que incluyen también novelas, tanto el liberalismo occidental como el peligro musulmán.

Admiradora de Ayn Rand, la filósofa y escritora rusa defensora del “egoísmo racional”, el individualismo y de las leyes del mercado, Latynina considera el sufragio universal un peligro para la democracia y la lucha por los derechos humanos, obra de agentes comunistas e intelectuales frustrados que va a acabar con los valores occidentales.

Para ella, el cambio climático es también un invento de la burocracia mundial y de los funcionarios de la comunidad científica.

Está visto que criticar al autócrata Putin y verse por ello injustamente amenazado en su país no convierte automáticamente a alguien en demócrata.