Opinión | EL RUIDO Y LA FURIA

Los raros

El vicepresidente de la Junta de Castilla y León, Juan García Gallardo.

El vicepresidente de la Junta de Castilla y León, Juan García Gallardo. / L. O.

Yo no soy normal. ¿Quién lo es? ¿Cuál es exactamente la norma que fija la normalidad, aquello que «es normal»? Jorge Luis Borges lo cuestionó en un poema titulado ‘De que nada se sabe’: «La luna ignora que es tranquila y clara/ y ni siquiera sabe que es la luna;/ la arena, que es la arena. No habrá una/ cosa que sepa que su forma es rara». Viene esto a concluir que si la norma la fijamos desde nosotros mismos, que no sabemos que nuestra forma es rara, a partir de ahí existen tantas normalidades como seres humanos y tantas rarezas como seres humanos menos uno.

A mí siempre me ha parecido que esa gente que alude todo el tiempo a «lo normal» a lo que en realidad se refiere es a «lo uniforme». Hay muchos así, siempre han estado por ahí, en la calle, en el descansillo de la escalera, en las tiendas y en los bares, es esa gente que se gira cuando se cruza contigo por la calle y mide con su estricta regla el canon que ellos mismos han establecido y del que son severos guardianes. Gente como el vicepresidente de Castilla y León, Juan García-Gallardo, ese señor de Vox que menospreció a la procuradora socialista Noelia Frutos, a la que dijo que no la iba a tratar «con condescendencia», sino «como si fuera una persona como todas las demás», y por lo visto pensaba que con eso le hacía un favor. Estoy seguro de que este señor hubiera dicho exactamente lo mismo a Frida Kahlo o a Stephen Hawking, por poner solo dos ejemplos, y se hubiera sentido maravillosamente consigo mismo, porque Gallardo es eso que en otros tiempos que él sueña con que regresen se llamaba «una persona de orden», una de esas personas normales que quedaban retratadas en el mítico inicio de la película ‘Trainspotting’, donde una voz en off dice: «Elige la vida, elige un empleo, elige una carrera, elige una familia. Elige un televisor grande que te cagas. Elige lavadoras, coches, equipos de compact disc y abrelatas eléctricos. Elige la salud, colesterol bajo y seguros dentales, elige pagar hipotecas a interés fijo, elige un piso piloto, elige a tus amigos. Elige ropa deportiva y maletas a juego. Elige pagar a plazos un traje de marca en una amplia gama de putos tejidos. Elige el bricolaje y pregúntate quién coño eres los domingos por la mañana. Elige sentarte en el puto sofá a ver teleconcursos que emboban la mente y aplastan el espíritu mientras llenas tu boca de puta comida basura. Elige pudrirte de viejo cagándote y meándote encima en un asilo miserable, siendo una carga para esos niñatos egoístas y hechos polvo que has engendrado para remplazarte». Sí, exactamente uno de esos.

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