Opinión | MÁLAGA DE UN VISTAZO

Todo cambia, tú también

Siempre pasan cosas que uno no se espera, para bien o para mal, lo previsible tiene un alcance limitado y continuamente suceden cosas que de vez en cuando nos descolocan o posicionan en lugares desconocidos que nos obligan a ver las cosas de otra manera o a mirarlas de nuevo apreciando matices que le dan la vuelta a lo que significan o subrayan con mayor fuerza lo que representan y es así como muchos veces logramos valorar lo que tenemos delante, entender lo que nos parecía incomprensible o no querer comprender lo que simplemente no tiene explicación y por fin así lo admitimos.

En verdad casi todo lo que pasa es imprevisible y carece de verdadera explicación, pero nos fijamos en una porción de la realidad que puede resistir inteligible y estable a los cambios durante un tiempo y así nos da cierta seguridad y podemos pasar el día en modo piloto automático sin la obligación de procesar aisladamente cada suceso, de otro modo acabaríamos desbordados con tanta información. Cuando uno viaja pasa un poco eso, no hay referencias, todo es nuevo, y el cerebro, sin los raíles de lo cotidiano, se ve empujado a transformar un montón de información en sensaciones y pensamientos que a lo largo del día nos dejan exhaustos. No pocas veces uno se queda maravillado mirando a kilómetros de su casa atardeceres que son calcados a los que ocurren en su ciudad un martes cualquiera. Tampoco es necesario viajar o irse muy lejos para que nos cambie la mirada de lo que vemos sino que en ocasiones esa parte de la realidad, ese constructo, que forma nuestro cerebro para facilitarnos el día a día se quiebra ante un cambio brusco que lo desmonta o lo vuelve obsoleto. Y entonces sólo nos quedan dos opciones, adaptarnos y reconstruir nuestra realidad con los nuevos elementos o vivir descontextualizados en la de antes.

Suscríbete para seguir leyendo