Opinión | MÁLAGA DE UN VISTAZO

Málaga ramera

En esta época en la que hay individuos que no quieren identificarse con un sexo, como si naciésemos sin genitales más allá de nuestros sentimientos, me voy a atrever a darle a Málaga identidad femenina, no por su vocal final, sino por su trayectoria, ni siquiera por La Farola única en su género, que pronto será vejada por inversores de una de tantas ‘democracias’ del Oriente. Muchas féminas malagueñas de nacimiento y de adopción han pisado fuerte por posicionar a la mujer en el mismo nivel que el hombre para codearse con él, no para aplastarlo, que es mi sensación con este neofeminismo radical y reaccionario que está causando injusticias y merma a la propia mujer, sin mentar la menstruación, lo ‘trans’, ciertas transigencias…

Así está Málaga, sufriendo injusticias identitarias, porque para estar al nivel de otras ciudades tiene que cambiar, maquillarse, vestirse de internacionalidad, no la van a valorar por sus méritos, sino por su estética cosmopolita, adornada de ladrillo y cristal y algún buqué, ni biznagas ni bosques. Pero eso sí, que luzca hermosa, no digas gorda y, si puede ser, saltando las costuras recalificando terrenos, porque progreso es crecimiento y hay mucho parné foráneo…

Tratada como una ramera, muchos hombres la manosean reflejada en dosieres de despacho en despacho, muchas mujeres no empatizan con ella y no le tienden la mano, ella eligió ser así, pero es mentira. Nuestra ciudad es moderna, preparada y, con su propia identidad, sabe estar, aunque necesite seguir trabajando, pero tan hermosa y valiosa que la rondan ávidos para coger tajada, la chulean y la van a malograr. No es débil, pero: ¡No te quedes mirando, defiéndela! Luego llegarán lamentos por venderla, por vendernos, ufanos o engreídos en el eterno disfrute de derechos, democracia, igualdad, seguridad, oxígeno, agua... Málaga y sus hijas no somos meretrices.

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