Opinión | EL CONTRAPUNTO

Ratificaciones

Castillo de Ljubljana

Castillo de Ljubljana

Recuerdo que aquella convocatoria del Consejo de Europa para nuestra cuarta reunión previa a la implementación de la Convención Europea del Paisaje fue algo muy especial. Desde luego nos emocionó profundamente a los españoles que entonces trabajábamos en sus preparativos. En lo referente a las expectativas de España, la reunión prometía ser interesante. Tendría lugar en los días entre el 10 al 13 de mayo de 2006. En el Ljublijanski Grad, el majestuoso castillo de Ljubljana, la bella capital de la todavía habsbúrgica Eslovenia. Parecía un buen augurio. En especial para nosotros. Con otros países europeos, el Gobierno de España ya había firmado la Convención en Florencia el 20 de octubre del 2000. Esa fecha sería muy importante. Pero ese tratado internacional aún no había sido ratificado por el Parlamento de España.

Los indicios nos confirmaban que la entonces ministra española de Medio Ambiente, doña Cristina Narbona cumpliría su compromiso con el Consejo de Europa: la convención debería ser ratificada antes del final de aquella legislatura, previsto para la primavera de 2008. Pensábamos que probablemente ésta sería nuestra última reunión de trabajo antes de la entrada en vigor en nuestro país de este importante tratado internacional, en el que la mayoría de los españoles allí presentes habíamos puesto nuestras esperanzas.

Este convenio, como se le denomina en España, había nacido con la influencia de dos versiones iniciáticas, una francesa y la otra en inglés: La Convention Européenne du Paysage (CEP) y la European Landscape Convention (ELC). Una convención es un tratado internacional de mayor rango que un convenio. No pude evitar la impresión de que desde la misma España se nos aguaba el título – aunque lógicamente no el contenido- de un tratado que obviamente podría ser muy importante para los legítimos intereses de España, como país eminentemente turístico. Y particularmente por representar este convenio o convención una oportunidad para cambiar una situación que desde hace medio siglo parecía no encontrar una salida airosa en nuestro país: la destrucción, impune demasiadas veces, de patrimonios naturales y culturales muy valiosos, sobre todo desde el punto de vista de los intereses turísticos de España. Además de otros nocivos efectos colaterales, como la aparentemente endémica corrupción institucional, enquistada sin remedio en diversas zonas turísticas de nuestro país.

Después de un retraso de siete años, gracias al empeño de la ministra Narbona, el Convenio Europeo del Paisaje fue finalmente ratificado por el Gobierno español el 26 de noviembre de 2007. El 29 de febrero de 2008 se celebró en Madrid el acto institucional que solemnizaba la entrada en vigor en nuestro país del tratado europeo que nos garantizaría la protección de nuestros paisajes. Con la presencia de personalidades del Consejo de Europa y presidido por la entonces ministra, ya en los finales de su etapa política. El texto del tratado entró en el BOE el día siguiente, el 1 de marzo de 2008. La ministra cumplió con su palabra. Muchos lamentamos que su mandato no continuara en la nueva legislatura.

Han pasado bastantes años y la Convención Europea del Paisaje parece ser uno de los secretos mejor guardados de España, tanto por las administraciones autonómicas como por los sucesivos gobiernos de la Nación. Y esto me trae a la memoria la aparente falta de entusiasmo por la Convención que observé entonces en un importante (y ligeramente despectivo) alto dignatario español presente en las sesiones de trabajo en aquel histórico castillo de la capital de Eslovenia, al que hemos citado: el director general de Ordenación del Territorio del Gobierno balear, entonces presidido por el polémico don Jaime Matas. Seis meses después, me encontré en los medios de comunicación con la noticia de la detención, a instancias de los tribunales de Justicia, del director general. Se le imputaban graves delitos relacionados con el caso Andratx. Un mayúsculo escándalo vinculado a la corrupción urbanística en Baleares y por los que parece que este ilustre personaje fue al final condenado. No fue un buen momento.

Suscríbete para seguir leyendo