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¿Una Ley de Videojuegos?

Un joven juega a un videojuego.

Un joven juega a un videojuego.

El 1 de junio, el Ministerio de Consumo anunció la regulación de las llamadas ‘loot boxes’ (cajas de botín), que son la piedra angular del negocio de los videojuegos. El entretenimiento infantil y juvenil por antonomasia constituye un mercado que mueve miles de millones de euros, y su modelo de negocio no está tanto en la compra del juego (muchos son de descarga gratuita), como en el gasto que hay que hacer para progresar de un nivel a otro. Y aquí intervienen las cajas de botín.

La fecha del anuncio no parece casual. Justo el día anterior, la autoridad noruega de consumo publicó un extenso y documentado informe sobre este asunto, de título inequívoco: «Insert coin: How the gaming industry exploits consumers using loot boxes». Y es necesario destacar también que el 25 de mayo el servicio de investigación de la Cámara de los Comunes lanzó un breve documento sobre la inminente regulación de las loot boxes. ¿Por qué todo este jaleo? Veamos los datos.

Este mercado mueve en el Reino Unido 700 millones de libras. Al mismo tiempo, se sabe que el 93% de los niños británicos usa videojuegos, y que en torno a un 40% de éstos incluye las mencionadas cajas de botín, definidas como «elementos de los videojuegos a los que se puede acceder a través del juego, o que se compran con objetos del juego, monedas virtuales o directamente con dinero del mundo real». Un estudio del Comisionado Inglés por la Infancia concluyó asimismo, al examinar las experiencias de los chavales con los videojuegos, que «la monetización de los juegos acerca a los niños a la ludopatía». Los niños quieren más y para ello necesitan gastar dinero, porque los avances ya no sólo dependen de sus habilidades, sino que también necesitan estas cajas de botín a las que pueden acceder pagando.

Es aquí cuando saltan las alarmas. Y no sólo en Reino Unido, también en Noruega y otros países atentos a lo que está suponiendo lo digital y sus modelos de negocio. El informe de la autoridad noruega acusa directamente de «diseño engañoso» a la industria de los videojuegos, y contiene, entre otras muchas, las siguientes atinadas recomendaciones: definir las recompensas en términos de dinero real, prohibir las cajas de botín a cambio de dinero real en juegos para menores, evitar mecanismos de «pagar para ganar».

Nada es inocente en el mundo digital. Su filosofía está basada en que todo lo puede el dinero. Así construyen el futuro, delante de nuestra pasividad, protegidos por nuestra ignorancia.

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