Opinión | MÁLAGA DE UN VISTAZO

Turísticos ja, ja, ja

Imagen aérea del Centro Histórico de Málaga, que aglutina muchas de las viviendas turísticas de la capital.

Imagen aérea del Centro Histórico de Málaga, que aglutina muchas de las viviendas turísticas de la capital. / Gregorio Torres

Miríadas de quejas contra las viviendas turísticas, vecinos que reclaman control y regulación del sector porque sufren la desaprensión de itinerantes que merman el parque de viviendas. Ojalá existieran ya, cercenando abusos y piratas, pero también para vecinos ‘normales’ que te hacen la vida imposible fumando, ensuciando, vociferando… el diógenes, el que menudea…de los que no te vas a librar sabe Dios cuándo, pero con estos nadie se raja las vestiduras. Las viviendas con fines turísticos surgieron como ayuda al pago de hipotecas y rentas, pero con tanto listillo y connivencia política, se han ido consintiendo abusos a sabiendas. De resultar una forma de afrontar pagos o incluso de autoempleo, ha ido derivando en grandes negocios. Quizá los enemigos sean quienes encontraron cómo abrir hoteles con una legislación más laxa y adquieren edificios para tal fin (AT=Apartamento Turístico), o grandes tenedores de inmuebles que tampoco los autogestionan; coladeros del turismo feo y precursores de la gentrificación, no por los pequeños, al parecer objetivo a erradicar. Los barrios no tienen que perder vecinos ni identidad y para ello, por ejemplo: ideas que ya circulan como fijar un número máximo de licencias de viviendas turísticas por edificio/zona y limitar el número de viviendas turísticas por ‘titular’ (podría ampliarse el concepto de titular, ya que los grandes tenedores pagan la ingeniería legal y fiscal que les abre paso ante limitaciones), aparte, limitar los edificios destinados a apartamentos turísticos (AT) en el PGOU y restringir un porcentaje de ventas de viviendas a extranjeros en nuevas promociones, incluso el número de propiedades, nuevas o no, por ‘titular’ extranjero, todo ello para cumplir con la Constitución (art.47) pero la solución que han encontrado muchos promotores es quedárselas para alquilarlas, así perpetuamos la oligarquía inmobiliaria que decidirá muchas cosas en la ciudad… reinarán, reirán, especularán.

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