Opinión | En corto

Culto al sol en Toledo

La pasión primitivista lleva estos días a Stonehenge a devotos del sol, pero la más fantástica plasmación del culto solar –en una religión de bastidor solar- es el transparente de la Catedral de Toledo, iniciado hace tres siglos por Narciso Tomé con los auspicios y financiación del arzobispo Diego de Astorga y Céspedes, cuya tumba, con toda justicia, se encuentra al pie. El Transparente es un ejemplo también del poder del arte: la proeza arquitectónica y política de abrir un enorme agujero en la bóveda de la girola de la Catedral Primada, rompiéndola a fin que entre la luz y se derrame en la cascada marmórea de esculturas de un retablo, para luego llegar a través de un óculo en su centro al camarín del sagrario. Intentar contar esta obra deslumbrante resulta inútil y estúpido, pues aún siendo esencialmente visual cuesta incluso abarcar su sentido y hondura en una contemplación.

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