Opinión | MÁLAGA DE UN VISTAZO

Cambiar de opinión

Se dice que «cambiar de opinión es de sabios». Ciertamente, lo normal e ideal es que devenga de un análisis crítico evitando la autocomplacencia y, sea o no de sabios, el cuestionarse siempre es sano, porque damos demasiadas cosas por sentadas. Nadie quiere equivocarse porque nuestra cultura lo estigmatiza como fracaso, por más que adviertan del aprendizaje que proporciona, avergüenza, es más fácil exculparse, no perder tiempo repensando y lo digital vino a potenciar nuestra impaciencia por la inmediatez que nos devora.

En política me preocupa que quien gana deje de cuestionarse y vea los votos como carta blanca o palmadita en la espalda, ufanos frente a disyuntivas que harán mella. Es importante que, a cualquier nivel, sigan ejercitando el posible cambio de opinión por el bien de todos, más cuando autonómicas y locales no tienen que ser parejas; ojalá se rectificara en temas como: No legalizar la torre de la cementera de la Araña y proteger las cuevas. No construir la Torre del puerto y no esquilmar la ciudad y sus valores en nombre del progreso. Negociar el BUM. Ejecutar mejoras prometidas en barrios como bibliotecas, carriles bici... Dotar de árboles, calles y avenidas y ejecutar la reforestación proyectada en lugar de pensar el salto urbanístico al norte de la autovía, etc. Duelen también temas como el campo de golf y viviendas de lujo en la costa protegida de Maro, sobreexplotación de la Axarquía, deficientes planes costeros, contra el fuego y la desertificación, etc.

Luego se busca el patrimonio histórico para el vídeo promocional de Málaga pero el catálogo no aumenta, porque lo que descubrimos se destroza y lo nuevo…

Lo bien hecho existe también pero a esta parte no le hace falta mentarlo para evitar egos y ayudar al tránsito de demasiado detritus que evacuar.

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