Opinión | La calle a tragos

Me persigue el Mediterráneo

La urbanización desprende un perfume a salitre poco habitual y, al llegar a la redacción, brota entre el correo acumulado por el caos electoral el número de Litoral sobre el ‘mare nostrum’

Una mujer, en la terraza de un chiringuito del litoral malagueño.

Una mujer, en la terraza de un chiringuito del litoral malagueño. / Gregorio Marrero

Sin esperarlo ni pedírselo, la vida nos regala de vez en cuando algunos monográficos cotidianos que nos invitan a valorar sus pequeños detalles. De repente, el Mediterráneo me persigue. No solo lo pienso porque la noche anterior haya paseado con mi hija Olivia y el cangrejo Alejo junto a los restos de basura que deja junto al mar, para concienciarnos, el cuento de Alicia Acosta. Tampoco porque mi urbanización despierte con un perfume a salitre que no es habitual. Al llegar a la redacción, entre el correo acumulado por el caos de las elecciones, brota el número que Litoral le ha dedicado al ‘mare nostrum’.

Este reencuentro con la tinta fresca que destila la mítica revista malagueña incluía, sin yo saberlo, un abrazo con las palabras eternas de un añorado amigo: el poeta perote José Antonio Padilla (1975-2009). Su vida transcurrió, como la mía y la de tantos jóvenes que llegamos a la universidad desde nuestras cunas de interior, con un trayecto veinteañero que escrutaba Málaga con una mirada distinta. Tan especial como la prosa poética a la que se regresa en estas páginas mediterráneas, en pasajes que encierran el título de aquel libro de aforismos que tanto disfrutó él escribiéndolo, Colección de Olas: «Si miramos el mar, vemos sus leyes envueltas en una colección de olas».

Desde que José Luis González Vera y Joaquín Alarcón me encomendaron a la sabiduría desbordante de Padilla, aprendí innumerables sensaciones, leídas y conversadas, que surcaban el mundo como si no hubiera un mañana. Nos dejó escrito José Antonio que la poesía no hay que buscarla, ni esperarla porque «se presenta en cualquier rincón de la vida». Ahora mismo me asalta mientras lo recuerdo y celebro el descorche de la botella lanzada al océano por Litoral...

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