Opinión | TRIBUNA

Gatillazo

Las elecciones andaluzas han sido un golpe de calor a las puertas del verano que dejan al PSOE para irse unos días a las costas gallegas, más fresquitas. No, no, a la Costa da Morte no, hombre...

La no campaña del PP, la muy leal y heroica de Ciudadanos, la mala del PSOE, la fumada de Vox y la guerra abierta de Adelante Andalucía y Por Andalucía, han dejado el espacio de Yolanda, el lino de Juan y la mirada de Macarena a los pies de Juanma. Mi Juan, flojito...

Los resultados no han sido para autocrítica sino para tirarse (o tirarlos) por la ventana, pero el onanismo es un vicio incontrolable y, con el «nos han crujío», que decía el simpático de ‘Nadie Pérez’, y el control orgánico tradicional que aprenden todos desde chicos, no hay dolor, más bien alivio.

La ambigüedad en el mensaje ha sido grande, proporcional a la hostia en Málaga y en el resto de provincias (creo que en Cuenca también ha ganado Juan Manuel), ya que el tonteo dialéctico con la necesidad de la ultraderecha para mantener en San Telmo al nuevo Chaves ha terminado por mosquear al votante, que no tiene el coño para farolillos en un momento donde todo vale un huevo, los tipos de interés enseñan la patita y estar fresquito en casa sale más caro que los gin con pepino.

La apuesta del PSOE en Andalucía se barruntaba arriesgada: Sevilla en lugar de Jaén y alcalde «conocido» en lugar de parlamentaria o diputado con algo nuevo que cantar. Luego las derivas provinciales, donde en la que da apellido a este diario hubo una imposición (el niño de Susana al tiempo que mozo de Espadas y lo que haga falta) y un espontáneo y su guitarra. Al primero le dieron licencia para matar incluso a quienes apoyaron en solitario la causa Juanista (portavoz municipal en Fuengirola entre otros), aplaudir mociones a los suyos (véase Torremolinos), abandonar el objetivo de gobernar la capital y algunas cosas más que no estoy autorizado a relatar. Todo ello sin caer en la cuenta de que quien otorga las orejas es el respetable votante, que ha devuelto el toro al corral.

Hubiese sido más razonable, y así lo han creído muchos votantes progresistas durante la campaña e incluso en las urnas (se estima que un 17%), dejar claro que, si no se quería ni en pintura a los Abascales, en caso de que no se alcanzasen los 55 escaños a babor, se harían esfuerzos para facilitar que mejor sin Vox. Lejos de eso, se dio por válido que ganarían los de Moreno y se le invitaba a yacer con los amigos de Le Pen. El resto ya lo saben: mayoría tántrica del PP.

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