Opinión | Málaga Málaga

Málaga: cultura para ganarse el futuro

Si naciera ahora Pablo Picasso, ¿se habría ido de su tierra natal para buscar su futuro en el arte?

El Festival de Cine de Málaga es una referencia nacional.

El Festival de Cine de Málaga es una referencia nacional.

Curiosamente, la pujanza cultural de Málaga vino, de alguna manera, de un fracaso: el de la lucha por la Capitalidad Cultural Europea 2016. En el lejano 2010 Málaga cayó sorprendentemente en la primera ronda, pero la lucha por la distinción europea había supuesto bastante: que, por primera vez, diferentes gestores, talentos y hombres y mujeres de la cultura, gentes que casi siempre trabajan en la soledad de sus aventuras más o menos personales, se reunieran para poner en común preocupaciones, ideas y ambiciones; que la cultura se colara en la primera línea informativa de la ciudad, abriendo las portadas de los periódicos al demostrar su valor económico, su posible condición de motor y que podría devolver con creces, no sólo en términos de imagen y fotos, las inversiones que en ella se hicieran. Así que se supone que se debería haber vendido un proyecto de ciudad a los habitantes de Bruselas pero, al final, se consiguió algo mucho más importante: los malagueños terminaron vendiéndosela a ellos mismos, rompiendo esa deriva autodestructiva tan de Málaga. Hoy, el Observatorio Cultural de la Fundación Contemporánea, la foto fija de cada temporada del sector, asegura que la capital malagueña es la tercera de nuestro país, sólo superada por Madrid y Barcelona, en calidad e innovación de sus propuestas culturales.

En realidad, todo viene de más lejos, claro, de apuestas aparentemente inconexas pero estratégicas para que Málaga empezara a ganarse parte de su futuro a partir de la cultura. El nacimiento del Festival de Málaga, el primero dedicado por entero al cine español (ahora en español, abrazando al audiovisual latinoamericano), y la inauguración del Museo Picasso Málaga, la pinacoteca estratégica para apuntalar el turismo cultural, sentaron las bases sobre las que se ha construido una apuesta decidida liderada por el Ayuntamiento de la capital pero que ha contado con un importante eco por parte de otros consistorios. Con el citado centro artístico dedicado al genio de la Plaza de la Merced como gran vértice, el Museo Carmen Thyssen, el Centro de Arte Contemporáneo (CAC) y, en 2015, las aperturas del Centre Pompidou Málaga (primera sede fuera de Francia del icónico centro), el Museo Ruso (lamentablemente ahora en pausa por la guerra de Ucrania) y el ansiado Museo de Málaga (la vindicación de una lejana ambición ciudadana), Málaga tiene un parque museístico de un inopinado primer nivel.

También hay vida más allá de las pinacotecas: la incesante actividad de La Térmica, siempre moderna, inquieta y abierta; la apuesta de la Costa por las citas musicales cada vez más numerosas y ambiciosas (Starlite de Marbella, Marenostrum Castle Park de Fuengirola, Weekend Beach de Torre del Mar, Ojeando de Ojén y los debutantes Andalucía Big Festival, en la playa de Sacaba, y el Cala Mijas, de, claro, Mijas), encuentros literarios originales, populares y de vanguardia como Málaga 451: la noche de los libros, proliferación de rodajes de series y películas... Y se nos acaba el espacio. Si naciera ahora Pablo Picasso, ¿se habría ido de su tierra natal para buscar su futuro en el arte? Permítanme que lo dude.