Opinión | Al azar

El ajo

Campo sembrado de ajos

Campo sembrado de ajos / Pepe Castro

A los que no somos sabios no nos queda otro remedio que pensar desde la ignorancia y, desde la ignorancia, los debates sobre el estado de la nación, lo mismo que la sesión de control de los miércoles, son delirantes. Desde la ignorancia, casi todo es delirante, incluida la parafarmacia y los paradores nacionales. Para que los paradores nacionales tuvieran sentido, tendría haber paradores extranjeros, pero no hay en España ninguno, que yo sepa. Una de las formas más comunes de la ignorancia (de la que también soy víctima) es la de «no estar en el ajo». Significa que hay un modo de ignorancia que consiste en no saber cuántas son dos y dos y otro que consiste en no estar en el ajo.

Si no estás en el ajo, pero sabes sumar, quizá comprendas de súbito por qué las mafias periodísticas y el IBEX 35 toman café los martes, y las mafias policiales se reúnen con las mafias políticas los jueves bajo el amparo, lógicamente, de las mafias judiciales. No estar en el ajo constituye un modo de ignorancia saludable porque conduce al extrañamiento. De súbito, te extrañan cosas que a los que están en el ajo les parecen normales. A los que están en el ajo les parece normal que los bancos repercutan en sus clientes sus dolores de cabeza.

-Si un banco tiene una migraña -dicen-, lo lógico es que se la pasen al primero que entre en la sucursal, a menos que el primero que entre tenga una cuenta corriente poco común.

Desde la ignorancia, no entendemos cómo lo común y lo corriente pueden concurrir en el mismo depósito. O sea, que nos extraña, y el extrañamiento nos lleva a la reflexión y desde la reflexión nos preguntamos por las arquitecturas verbales de las que estamos hechos. Reflexionar sobre esas arquitecturas verbales, según la cuales (por poner un ejemplo) el peso de las crisis deben sobrellevarlo las clases medias y las pobres, te proporciona una sabiduría súbita, un relámpago de lucidez, podríamos decir. No es que te ayude a estar en el ajo, porque estar en el ajo implica aceptar el ajo, sino que, desde fuera del ajo, comprendes el porqué del mal aliento de quienes se alimentan de él. Para que haya conocimiento, ha de haber ignorancia como para que haya paradores nacionales debería haber paradores extranjeros. De modo que no se asuste usted de su ignorancia. Alégrese de que gracias a ella no comprende nada de lo que dice el jefe de la patronal.

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