Opinión | MÁLAGA DE UN VISTAZO

Pase por caja

El incendio de Mijas, fuera de control.

El incendio de Mijas, fuera de control.

Pasamos la festividad de la Virgen del Carmen mirando al campo más que al mar, porque la tragedia del fuego forestal nos tiene en ascuas. Miramos con recelo al margen norte de la autovía, con los Montes de Málaga, pensando en qué momento nos sobrecogerá un incendio de los de nueva generación con su inusitada devastación. Si causas naturales, imprudencias o conductas estólidas provocan grandes fuegos, los intencionados, por su estrategia, son incombustibles, ora pirómanos, ora iracundos decepcionados por fallidos pelotazos inmobiliarios…

La tragedia de un bosque ardiendo, hasta con cortijos y pueblos de por medio, nos afecta a todos, pero nadie piensa en Santa Bárbara hasta que truena y por eso cada verano nos pilla sin hacer los deberes. Nadie piensa en que respira y goza de un clima por su masa forestal (entre otros extremos) pero los terrenos rústicos tienen propietarios que no pueden hacer nada con hectáreas de suelo protegido, pulmón de todos, mientras que con pocos cientos de metros cuadrados urbanizables se obtienen cifras astronómicas, a base de poner ladrillos y un poco de césped artificial con algunas palmeras. Las comparaciones son odiosas, pero si te dicen que elijas entre un pinar intocable (de valor incalculable para el mundo pero a céntimo el metro cuadrado) o una parcelita edificable en la costa, por muy ecologista que seas, la respuesta está clara.

Queremos respirar aire limpio y vivir de lujo, pero sin lo primero es imposible lo segundo. Para mantener el bosque y el campo podrían abrirse nuevos debates y modelos de gestión; la figura de la ‘Custodia del Territorio’ parece que no se abre camino y las administraciones públicas no piensan en la masa forestal y sus aristas.

‘Verde que te quiero verde’, pero mientras el ladrillo hace su caja, nuestro pulmón ennegrece.

Suscríbete para seguir leyendo