Opinión | Marcaje en Corto

Un continente que se mira en Mané o Ansu Fati

El afrobeat, los ritmos machacones del pueblo yoruba o el jazz más percusivo, ese que me ha permitido ofrecer talleres de músicas tribales en teatros y centros educativos, me han llevado este fin de semana a reencontrarse con jóvenes africanos recién aterrizados en uno de los mejores complejos turísticos de la Costa del Sol. Te presentas con camiseta malaguista antes de pasar por el vestuario y ya surge, de forma muy natural, como tema de conversación, el fútbol.

Charlas de la Premier, del traspaso del senegalés Sédhiou Mané, que recién aterrizado en Alemania anotaba este mismo sábado en Leipzig uno de los goles que le otorgaban al Bayern su primer título de la temporada, la Supercopa. Hablas por supuesto de que LaLiga Santander arranca en dos semanas, de que en este año mundialístico el propio Mané y su selección dejaban a su ya excompañero Salah y a Egipto sin el billete para Catar.

Y comentas, por supuesto, que todo un continente se mira en las grandes estrellas del fútbol, aunque también de la música, para intentar abrirse camino fuera de África. «Piensa que con un sueldo medianamente aceptable puedes alimentar a todo tu pueblo. Ni te imaginas lo que representa triunfar en el fútbol para toda tu región», te explica emocionado Uhuru.

Sus ojos estarán pendientes esta temporada de las evoluciones de un compatriota suyo, aunque en el Mundial vaya a lucir la camiseta de la selección australiana, el keniano Awer Mabil. Recién fichado por el Cádiz, suyo fue el tanto de penalti que le ha dado a los «aussies» el billete para Catar 2022.

Nuestro nuevo amigo sostiene que cada cuatro años el fútbol paraliza todo ese continente que fue talismán, en su única cita mundialista, para que España conquistase en 2010 su primera estrella planetaria. «Hay muchísimo talento en las calles, en cualquier esquina, porque este deporte es universal y miles de niños sueñan con que el balón pueda sacarlos de la miseria y les otorgue una vida mejor».

La ecuación nos conduce de nuevo hasta un par de ejemplos cercanos. Porque los más pequeños se miran en poblados guineanos, de apenas 300 habitantes, en lo que pueda hacer esta campaña El internacional por España Ansu Fati. Como bien es sabido, el barcelonista llegó con apenas seis años a una localidad sevillana muy próxima a Estepa como es Herrera.

Su ejemplo ha catapultado la fama internacional de la Escuela Peloteros Sierra Sur, desde la que dio el salto al Sevilla FC justo cuando el combinado español se hacía con la Copa del Mundo en Sudáfrica. Sólo dos años más tarde y ante su meteórica trayectoria ya se incorporaba al alevín del FC Barcelona. La historia posterior es de sobra conocida.

Pero en la retina de todo un continente sigue la precocidad con la que el ariete bisauguineano casi debutaba con gol, hace algo menos de tres años, para convertirse en el tercer anotador más precoz de LaLiga. Uhuru tenía claro ese dato. Pero no recordaba que un malaguista es precisamente el que lidera esa clasificación de talentos precoces capaces de anotar a edad más temprana.

Y así terminamos por hablar también del camerunés Fabrice Olinga, en nuestro repaso a nombres propios que irrumpieron desde el continente vecino y en los que no faltaría esa extensa lista de canteranos que Marruecos le ha proporcionado al Málaga CF. El delantero que desde finales del pasado año milita en la segunda categoría del fútbol portugués tiene ahora 26 años. En tres semanas se cumple una década de aquella gesta en Vigo.

Olinga debutaba como profesional en el primer choque liguero de la temporada 2012/2013, a las órdenes de Pellegrini, y anotaba en el minuto 84 un tanto que suponían tres puntos, además de ese récord aún vigente de precocidad. Sin duda, otro espejo con el que soñar desde tierras africanas.

Suscríbete para seguir leyendo