Opinión | MÁLAGA DE UN VISTAZO

Ruido de fondo

Unos soldados transportan material militar en Ucrania.

Unos soldados transportan material militar en Ucrania. / Diego Herrera

No parece buena señal para la duración de la guerra que apenas nos cuenten nada del enfrentamiento más allá de las consecuencias que ya vivimos y las que se avecinan, y de cómo se supone que vamos a combatirlas o de las reuniones que se están haciendo o se harán para evitar que los precios sigan su escalada y buscar alternativas a la dependencia energética, que no será más que otra dependencia nueva, en cualquier caso. Tiene toda la pinta de que tras el alboroto inicial y el miedo a una gran guerra internacional ahora nadie teme que esto vaya a mayores, como si fuera una guerra controlada -menudo oxímoron- hasta tal punto que ya se ha naturalizado el conflicto y pasa casi desapercibido tras la nube negra de los incendios, aunque -eso sí- vamos a tener que convivir con él durante largo tiempo, porque unos no tienen el suficiente interés ni otros la necesaria fuerza para parar la ofensiva, será la guerra como un ruido de fondo lejano y persistente, un contexto que vendrá a explicarnos o justificar lo que nos vaya ocurriendo en primer plano cada tanto.

Y qué extraño que nos parezca más o menos relevante una guerra según lo cerca que está o los muchos o pocos corresponsales que se hayan enviado para informarnos, qué alarmante que una guerra no nos alarme siempre, que se deje de dar cobertura y nos basten unos pocos titulares para estar al tanto, saber -como el pronóstico del tiempo- que hoy y mañana caerán bombas en ciudades y se dispararán las muertes sin distinción de edades, qué extraño no saber nada en absoluto y todo eso a la vez, qué raro no entenderlo y que nos parezca comprensible, qué curioso sufrir las consecuencias de una guerra de la que apenas se nos informa y qué confuso empeño en no implicarnos y formar parte.

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