Opinión | MÁLAGA DE UN VISTAZO

Sigamos hablando de La Trinidad

Camino por la ceñida calle Bailén y en los aledaños del mercado alzo la mirada y me busca, de nuevo, la torre de la iglesia de La Trinidad con su veleta señalándome aires cálidos de bonanza. Pienso en la data que se celebró universalmente el 1 de agosto: Día Mundial de la Alegría. Me detengo a contemplar el desvencijado Convento de la Trinidad y vienen a mi memoria las palabras que escribí en esta sección hace un año y medio, evocándolas con nostalgia desplegada por estos patrimoniales extramuros: los dirigentes malagueños y andaluces, tras un largo lapso de una desidia alimentada no sé la causa, parecen haber seguido una pauta insistente con el barrio de La Trinidad, reincidiendo en escribir un libro de ruta deshojado en cuyo prólogo se reproduce un verso del poeta danés Iván Malinowski: «Si te olvido es porque me acuerdo de ti demasiado bien». De nuevo, la esencia atávica de La Trinidad entreverada entre la postergación, la indiferencia y el desafecto; una vez más, este territorio de más de quinientos años de historia, narraciones y leyendas implora por salir de este ostracismo social y emocional que padece, impuesto de forma arbitraria sin ningún argumento veraz para compilar tanto abandono. Este distrito sigue ubicado en el centro de la urbe pero allá lejos; donde habita el olvido.

Postergar el olvido parece una acción muy desconsiderada cuando se trata de La Trinidad. Tras cuatro meses de lo anunciado por la Junta de Andalucía, este pasado lunes –Día de la Alegría – se ha comunicado la composición de la comisión técnica para el proyecto de rehabilitación del Convento de La Trinidad -edificio del siglo XVI y Bien de Interés Cultural (BIC)- en un centro cultural polivalente, transformando la zona y este patrimonio hacia el resarcimiento que exige su propia historia. La mitad de la alegría reside en hablar de ella, nos advierte un proverbio persa. Sigamos hablando de La Trinidad. Así sea.

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