Opinión | Málaga solidaria

Conciliación familiar y laboral: entre lo real y lo irreal

Qué hacer cuando la conciliación es imposible

Qué hacer cuando la conciliación es imposible / Pexels

Hablar de conciliación familiar y laboral nos lleva a debatir elementos claves como la igualdad, los cuidados y la feminización de la pobreza. Pese a los avances en las políticas de igualdad, las mujeres, en diferentes rincones del mundo, siguen sufriendo la desigualdad y la pobreza. El origen de los motivos es el mismo, aunque puede variar de un país a otro: la dificultad de acceso de las mujeres a los recursos y fuentes de ingresos, el menor acceso de las niñas a la educación y a carreras que les faciliten trabajos cualificados, la brecha salarial y en general la doble carga de trabajo de las mujeres, puesto que son ellas las que se encargan de la tarea de los cuidados.

Brindar cuidados puede ser una fuente de satisfacción, pero también una terrible carga. En particular para las mujeres y las niñas, la función de cuidadoras que la sociedad les asigna puede socavar sus derechos y limitar sus oportunidades, capacidades y lecciones, convirtiéndose en un obstáculo fundamental a la equidad de género y al bienestar.

Pese a los cambios y los logros en políticas de igualdad que han favorecido la incorporación del hombre a las tareas de los cuidados, desafortunadamente, sigue habiendo mucha diferencia en las horas de cuidado entre el hombre y la mujer, que en muchas ocasiones se ve obligada a interrumpir su carrera para cuidar de los hijos/as o de personas mayores a su cargo.

Esto, añadido a la dificultad de acceso de las mujeres al empleo, la falta de empleo de calidad que se traduce en empleo femenino estacional y precario, hace que la pobreza tenga rostro de mujer. La feminización de la pobreza, desgraciadamente, lejos de desaparecer, sigue en aumento. Se agrava aún más con la crisis económica. Las mujeres se ven cada vez más afectadas por los despidos o aceptar trabajos precarios para llevar adelante a sus familias, además de encargarse de los cuidados, ya que no pueden contratar esos servicios por falta de medios o recursos.

Para lograr una verdadera conciliación familiar y laboral, hace falta mejorar la flexibilidad en los horarios a los trabajadores y las trabajadoras para que tanto las mujeres como los hombres puedan atender las tareas de los cuidados. Esto puede contribuir a reducir la desigualdad de género, ya que esa carga de los cuidados no recaerá solo en las mujeres. A su vez puede facilitar que las mujeres puedan tener más oportunidades de acceder a la formación y un empleo de calidad en igualdad de condiciones que los hombres.

Medidas como fomentar el teletrabajo, también, pueden ayudar a la conciliación, en la que el hombre se hace también corresponsable. Desgraciadamente, en España como en muchos otros países, no tenemos cultura del teletrabajo, ya que es la situación de la pandemia por la Covid- 19 que nos ha obligado a improvisar de forma rápida ese sistema para no paralizar el trabajo. La fórmula del teletrabajo ha sido la solución perfecta para muchas empresas, pero, claro no estábamos preparados a ello, ni a nivel de organización de horarios, ni a nivel de infraestructura y recursos que se necesitaban para teletrabajar en buenas condiciones. Lo que ha provocado un desorden en todos los sentidos, jornadas de trabajo interminables, reuniones virtuales a cualquier hora del día, etc.

Por todo ello, creo que se debe aprovechar las circunstancias, ya que el teletrabajo es un hecho real, para organizar y estructurar las jornadas laborales de las personas que teletrabajan. Además de formar y concienciar tanto a empresarios/as como a trabajadores/as sobre el buen uso del teletrabajo que podría ser en el futuro una de las herramientas más importantes que faciliten la conciliación laboral y familiar y/o personal.

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