Opinión | El mundo por de dentro

De la dominación al liderazgo global

Putin muestra sus debilidades. No porque quiera; sino porque no puede evitarlo. Se mueve como un gato acorralado y eso es muy, pero que muy preocupante y peligroso. Los focos están puestos en Ucrania pero en la penumbra del escenario internacional se han movido piezas de una importancia estratégica fundamental. En este artículo seguimos básicamente el brillante y profético análisis de Zbigniew Brezinski en ‘El gran tablero del mundo’ (Paidós, 1997), De origen polaco, Brezinski fue miembro del Consejo de Relaciones Exteriores del presidente Carter, profesor de Harvard y Columbia, y miembro de la Comisión Trilateral (1973-2009).

Primero, ante el previsible cierre del suministro de gas ruso a Europa, Azerbaiyán firmó, en julio pasado, un acuerdo con la Comisión Europea para duplicar las exportaciones de gas en los próximos dos años a través de Turquía, volviéndose «hacia socios más confiables y dignos de confianza y me complace contar con Azerbaiyán entre ellos» dijo Ursula von der Leyen. Occidente accedía así a la cuenca del Mar Caspio, y rompía el monopolio ruso de suministro a través del Mar Negro. Asia Central es de las zonas más ricas en hidrocarburos del planeta. «Los Balcanes euroasiáticos»- nueve países- como los denomina Brezinski son los más poblados, y más heterogéneos religiosa y étnicamente. Son unas zonas de vacío de poder- tras la disolución de la URSS- con enormes reservas de gas y petróleo, oro y minerales. Turquía e Irán son ahí importantes jugadores geoestratégicos.

Armenia es cristiana mientras que Azerbaiyán es de religión musulmana. Una región de este país, Nagorno-Karabaj es en un 90% de etnia y religión Armenia. En 1988 hubo una guerra entre los dos por el control de la región. Rusia intervino para conseguir un alto el fuego utilizando la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva (OTSC)- el antiguo Pacto de Varsovia- Interpuso 2000 efectivos militares rusos. En 2020 estalló una nueva guerra; Rusia medió de nuevo pero Armenia fue quien tuvo que ceder esta vez territorios. El pasado 13 de septiembre, comenzaron de nuevo los enfrentamientos entre Azerbaiyán y Armenia aprovechando la debilidad actual de Rusia, formalmente aliado de Armenia. Este es el segundo factor fundamental en la escena del Cáucaso. La intervención de Azerbaiyán se ha producido con el apoyo de Turquía enemigo de Armenia desde hace mucho tiempo. «Casualmente» en estos días Nancy Pelosi visita Armenia, la presidenta del Congreso de Estados Unidos, ha descrito Armenia como un socio valioso en el avance de la seguridad, la prosperidad y la democracia en la región del Cáucaso. Denunció, como hizo Biden el año pasado, el genocidio de armenios por parte del Imperio Otomano a principios del siglo XX. Pelosi y el secretario de Estado, Blinken han abogado por negociaciones pacíficas y porque EEUU utilice su influencia para mostrar su apoyo a la democracia armenia. En noviembre hay elecciones en Estados Unidos y el lobby armenio tiene un peso notable. La estabilidad y la paz en la región dependen ahora de dos países de la OTAN: Estados Unidos y Turquía, que son más decisivos que Rusia y la OTSC. Rusia necesita a Azerbaiyán para el comercio con Irán y Asia.

La reunión de los líderes de Rusia, China e India- Putin, Xi Jinping y Modi- se ha celebrado en Samarkanda, la capital de Uzbekistán, país también de la antigua URSS con una población homogénea y una vocación de Estado-nación soberano. Tercer factor importante en escena. Aparte de conseguir el suministro de combustibles, eso sí rebajados de precio, China y sobre todo India han reforzado el papel de Uzbekistán en la zona como Estado soberano, y presionado a Rusia para llegar a un acuerdo en Ucrania. China, India, incluso Irán, refuerzan a Uzbekistán

La única opción de Rusia para evitar el aislamiento está en Europa. En la Europa de la Unión Europea y de la OTAN, participando en el Consejo de Europa incluso en un futuro en la Unión Europea. Lo que no puede es poner límites a la soberanía política de nuevos estados como Ucrania, Azerbaiyán y en un futuro Uzbekistán. Intentar frenar a Ucrania por la fuerza ha sido un gravísimo error. La única forma de llenar el agujero negro de Eurasia es con una sociedad cada vez más moderna y democrática. De igual forma, Estados Unidos no puede mantener la dominación global, cómo se ha visto en Afganistán: pero sí puede ejercer, y seguramente debe, un liderazgo global, con alianzas estratégicas en las distintas regiones del mundo.

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