Opinión | 360 grados

El lobby de la industria armamentista y la guerra de Ucrania

Algún día, si no se produce antes, ¡Dios no lo quiera!, una hecatombe nuclear, habrá que analizar a fondo el papel desempeñado por la industria bélica en la actual deriva armamentista, que no deja hablar a la diplomacia.

De sobra es sabida la generosa financiación por los gigantes del sector armamentista de las campañas de los legisladores norteamericanos de ambos partidos: el demócrata y el republicano.

Pero no es algo que ocurra solo allí, sino que también sucede a este lado del Atlántico: los lobbies de esa industria armamentista tratan igualmente de influir en los procesos legislativos de los países de la UE gracias a su acceso privilegiado a los Parlamentos.

Tomemos el caso de Alemania, motor industrial del continente y, al igual que Francia, con una pujante industria de armamentos volcada en la exportación.

A uno le ha sorprendido siempre la singular vehemencia con la que una destacada política liberal que preside el comité de Defensa del Bundestag defiende en todos los foros el envío a Ucrania de los más modernos carros de combate alemanes.

Frente a las vacilaciones del canciller federal, el socialdemócrata Olaf Scholz, sometido a fuertes presiones en ese mismo sentido por sus aliados liberales y Verdes, la citada política, Agnes Strack-Zimmermann, no pierde la ocasión de insistir en que hay que enviar con urgencia a Ucrania cuantas armas pida su presidente.

En un reciente debate en televisión en el que la dirigente liberal intervenía frente a la líder de la ultraderechista Alternativa para Alemania, ésta la acusó de trabajar para el lobby armamentista.

Lo cierto es que Strack-Zimmermann es miembro del comité de dirección tanto de la Sociedad Alemana de Técnica de Defensa como del Förderkreis Deutsches Heer, ambas organizaciones, estrechamente vinculadas a la industria militar.

El Förderkreis Deutsches Heer (traducible como Círculo de Fomento del Ejército Alemán) es un lobby fundado en 1995 del que forman parte diputados de todos los partidos alemanes excepto la ultraderechista Alternativa para Alemania y Die Linke (La Izquierda).

El secretario general del Partido Socialdemócrata Alemán, Lars Klingelbeil, fue también miembro durante años de la Sociedad de Técnica de Defensa, algo de lo que dice estar orgulloso.

Según fuentes de Abgeordenetenwatch, ONG dedicada a seguir la labor de los legisladores, las más poderosas empresas armamentistas como Rheinmetall, Krauss-Maffei Wegmann o Airbus Defence, dedicaron ya el año pasado 14 millones de euros sólo al cabildeo en Alemania, y este año se espera que sean muchos más.

Pero no sólo los liberales alemanes se muestran especialmente beligerantes frente a Rusia por su invasión ilegal del país vecino, sino que en ese afán están también los Verdes y especialmente la ministra de Exteriores, Annalena Baerbock, que trata de convencer al canciller de que no dude más y envíe los carros de combate Leopard que quiere Kiev.

Y si con motivo de la guerra de Kosovo suscitó fuertes críticas entre sus correligionarios la decisión del entonces jefe de la diplomacia, el verde Joschka Fischer, de sumarse junto al canciller socialdemócrata Gerhard Schroeder al bombardeo de Yugoslavia por la OTAN, hoy los críticos son una ínfima minoría.

¡Tanto han cambiado las cosas en ese partido que, sin embargo, nació con vocación ecopacifista!

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