Opinión

Cartas al director

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EL TRAMOYISTA DE LA SALA PRIMERA

Barniza bastidores con la pulcritud del primer día. Mima el atrezo. Se asegura de la estabilidad de los peldaños de las escaleras que conducen a sala. Cepilla los asientos. Repasa fijaciones. Y lo hace por ellos, los actores, pero sobre todo, por ellos, los espectadores. Pero, de un tiempo acá, nadie, ni nada sucede. Con la faena preparada, ya solo puede quitar el polvo que se acumula en el día. Los actores aún no llegan. El director ha llamado, parece agotado. Ha oído que los productores de la obra andan a la gresca. La obra tiene tintes de no poder continuar. No abandona. El tramoyista no abandona . Se sienta en la sala y prueba su eco. Todo lo tiene organizado. La obra es majestuosa. ¿Qué ocurre con los actores? Por qué no llegan ya? De que discuten esos ridículos productores? Qué agota al director? El tramoyista no abandona. Aún mantiene, en el cuarto de las herramientas, una fotografía de joven, de cuando acudió a votar por la Constitución. El tramoyista de la sala primera es, de lejos, la persona más honesta del Tribunal. La más honesta.

Francisco García Castro. Estepona