Opinión | La Libreta del Duque de Chantada

Un inicio de ensueño y pesadilla

Ibon Navarro, en el partido frente al Dinamo Sassari.

Ibon Navarro, en el partido frente al Dinamo Sassari. / BCL

Los primeros minutos de la temporada de Unicaja llevaron a todos los aficionados al éxtasis supremo. El equipo de Ibon Navarro ganaba en el Buesa Arena al Baskonia por 22-35. El WhatsApp de mi teléfono colapsó ante la cantidad de mensajes. Todo el baloncesto español alucinó con la puesta en escena verde. Probablemente sean los mejores minutos que ha jugado el equipo desde que se fue Sergio Scariolo del banquillo del equipo de Los Guindos. Como diría al finalizar el partido el entrenador: «Hemos pensado que estábamos en Disneyland»... Y no era así. La dura realidad sólo tardó en llegar un minuto, lo que tardó en comenzar el segundo cuarto donde se encajó un parcial de 37-12. Mi WhatsApp volvió a colapsar en el otro sentido. El equipo seguía igual y era claro candidato al descenso a la LEB. Es lo bonito de este deporte, cómo tu destino parece cambiar en segundos, aunque en realidad no siempre lo hace. La victoria ante el Gran Canaria calmó los ánimos, aunque el equipo sólo ganó 1 de los 4 cuartos del partido, y la solvente victoria ante el Sassari en la BCL deja al equipo en puertas del primer lleno en el Carpena desde marzo de 2020, coincidiendo con la visita del Real Madrid.

La temporada es muy larga y predecir ahora lo que va a pasar es cosa de druidas, pero yo lo que he visto me gusta. Estos altibajos son «dolores de crecimiento», a veces tan molestos como los que casi retiran a Alberto Díaz del baloncesto en su adolescencia. Nadie podía pensar que un equipo que viene de luchar por no descender y con 9 jugadores nuevos sobre 12 multiplicara por 4 el primer cuarto ante el Baskonia y ganara el partido por 88-140 en Vitoria. Lo cierto es que el equipo muestra una clara evolución en su juego colectivo, a veces a costa del personal, y eso, si Ibon Navarro es capaz de mantener un buen clima entre la plantilla, es fantástico. La rotación es endiablada, intensa y cada vez se iguala más. El jugador que más minutos estuvo en la cancha en el primer partido jugó 29.7 min. En el segundo, este tiempo bajó a 26.16 y en el tercero a 23.09. Más integración, más conocimiento, más rotación y, por ahora, mejores resultados.

Este juego implica un reparto de los tiros y evitar la dependencia de sólo 1, 2 ó 3 jugadores. Brizuela fue el que realizó mas tiros a canasta en el primer partido; Perry, en el segundo y Kravish, en el tercero. Además, si vemos la tendencia observamos como en el último partido toman más tiros los que mejor porcentaje de tiro tenían ese día: Osetkowski (75%), Kravish (70%) y Kalinoski (64%). Esto es muy bueno, aprovechar a tu mejor jugador en pista en cada momento. El descubrimiento de Melvin Ejim como especialista defensivo, el rey de los partidos anotando cero puntos, como casi le apodó Ibon Navarro después del debut en el Carpena, y el gran comienzo de temporada de Nihad Djedovic, en ambas partes de la cancha son otras grandes noticias. Will Thomas parece que es el que ha empezado peor el año aunque, y lo dejó aquí por escrito, no dudéis de Will, es un jugador de Euroliga que hará un buen año, pero necesita tiempo.

Ante el Baskonia, el equipo se montó en la montaña rusa más grande del mundo, ante el Gran Canaria el impulso defensivo de Ejim y la capacidad de sufrimiento cerraron una victoria importante y ante Sassari el equipo controló el partido y dio muestras de solvencia. Y ahora llega el Real Madrid, a disfrutar y pasarlo bien, porque pase lo que pase la competición continúa y este equipo, como equipo aún en formación, jugará en más «montañas rusas». Suerte.

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