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Protesta tú que ahora vengo

«Quizá sea el momento de trasladar a los políticos la idea de lo feo que está menear cestos de los que no eres responsable»

Miembros de la plataforma BUM y vecinos, en los terrenos de Repsol.

Miembros de la plataforma BUM y vecinos, en los terrenos de Repsol. / La Opinión

Hace unos días nos encontrábamos en la sociedad malacitana con la cuestión curiosa de un grupo de protestantes -no católicos- que veían cómo les llegaba un gran mochuelo en forma de costas judiciales por el intento de paralización de un proyecto urbanístico.

Sin entrar extensamente en esos detalles, la plataforma en defensa del «bosque urbano de Málaga» consideró adecuado en su momento acudir a la vía judicial para detener un proyecto que, según las luces actuales, estaba planteado de manera legal y correcta. Desgraciadamente, para ellos, no todo estaba tan claro y decidieron emprender acciones judiciales para demostrar y denunciar un supuesto hecho ilícito.

Como todos sabemos, la navegación por ciertos mundos legales lleva consigo el riesgo de tener que asumir gastos en el caso de que aquello que considerabas malo no fuera tal cosa. Y así ha pasado. Lo que parecía un camino maravilloso lleno de justicieros se puede llegar a atragantar pues, al final y por desgracia, los euros mandan y condicionan tu vida.

Hasta aquí nada nuevo bajo el sol. La realidad es que los riesgos que asumes son eso mismo; situaciones en las que puedes acertar o tropezar. Y aquí, se han caído con todo el equipo.

Tras conocer las consecuencias, y caso de manera automática, se han sumado al asunto los políticos para juguetear con el tema. Y es que hay universos muy golosos para los candidatos. Gente protesta por cosas. Gente conoce la postura de político. Político vende moto y gente protesta el doble haciéndole la jugada -gratis- a los políticos.

Algo así ha pasado aquí. Y ahora -y esto ya clama al cielo-, se pretende trasladar esa responsabilidad al propio ayuntamiento porque, aparentemente, no tienen intención de buscar alguna manera para retirar esta sanción económica.

Seguidamente regresa el enfrentamiento al tablero político pues son algunos los que exigen ese perdón necesario que el ayuntamiento debe asumir. Pero suena a broma que se ruegue mirar hacia otro lado ante un hecho de claro incumplimiento de una norma.

Y lo digo yo. Experto pagador de multas de todos los colores quien consideraría un absoluto y total atropello del sistema y el modelo establecido en el estado de derecho si se pudieran desatender por supuesta inobservancia forzada estas cuestiones.

Hay que asumir la responsabilidad de lo que se hace. Y aquí ha quedado más que demostrado que no siempre hay que atender a las palmaditas en la espalda que te dan personas interesadas. Pero no interesadas en ti ni tu problema sino en ellos mismos.

Lo vemos en este caso como en muchos otros a diario. Y probablemente vuelvan a repetirse situaciones como éstas en las que los políticos se aprovechan de lo precario de la situación de familias -el caso del Perchel- o simplemente que intentan exprimir la buena fe mezclada con ignorancia de muchos públicos.

Aquí se han equivocado. Todos. Unos por hacerles caso a los políticos. Y otros por guiar a ciudadanos comprometidos hasta el matadero. Y lo mejor de todo es que dejas en mano del ayuntamiento una posible oportunidad de buscar una fórmula legal para eximir a los responsables de pagar lo que deben a pesar de ser algo surrealista en caso de que sucediera.

Dicho lo cual, quizá sea el momento de trasladar a los políticos la idea de lo feo que está menear cestos de los que no eres responsable. Porque disparar con pólvora ajena siempre fue socorrido y fácil pero hay ocasiones en las que el perdigón te atraviesa la piel y hace daño. Y aquí está pasando.

Esto no justifica en modo alguno la torpeza, ilusión e irresponsabilidad de quien se cree poseedor de la verdad sin querer después las consecuencias del juego al que entró sin obligación de hacerlo. Ahora toca apechugar con lo hecho. Pero más allá de este planteamiento obvio y sensato, sí que es necesario dejar de usar al personal para hacerse las campañitas. Que después los que pierden son siempre los mismos.

Y cada vez más empieza a notarse cuando se hace aprovechamiento poco certero de las personas que lo pasan mal o defienden causas aparentemente lícitas, pero a las que se anima que multipliquen por mil.

Ve tú protestando, que yo te apoyo. Pero vengo en un ratito.

Viva Málaga.

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