Opinión | Viento fresco

Los últimos de ‘Naranjia’

Los de Ciudadanos, asediados, no sacan la bandera blanca y se rinden. Sacan la naranja y se colocan

Ciudadanos acusó ayer al PP de «apropiarse de los datos de sus afiliados en Andalucía». Más bien se han apropiado de sus afiliados. O al menos, de sus dirigentes. La última en encontrar empleo al calor de los populares y de la Junta ha sido Marta Bosquet, que presidió el Parlamento y ahora será presidenta del Ifapa, que como usted bien ignora, y yo, es el Instituto de Investigación y Formación Agraria y Pesquera de Andalucía.

Ciudadanos tenía un proyecto político: gobernar este país. Se va a tener que conformar con gobernar Andalucía. Con la caridad del PP.

Sería una pena que Ciudadanos desapareciera. Sobre todo para los que militando en él aún no han conseguido trabajo. Cs teme que el Partido Popular tenga ya el listado de militantes y los vaya llamando uno a uno. Vamos, ni el SEPE ni el Servicio Andaluz de Empleo trabajan mejor. A Ciudadanos lo quiere más el PP que los electores. El malagueño Guillermo Díaz, tal vez el mejor parlamentario del Congreso, denunció ayer en rueda de prensa, derrochando dignidad, esta «apropiación» por parte del PP del censo naranja. Una documentación fácilmente afanable, por otra parte, dado que si es una lista de militantes de Cs no de tener más de unos pocos folios. Díaz y otros resisten como resistieron los últimos de Filipinas. Pero aquí no se rinde nadie y saca la bandera blanca, aquí se dice, bueno venga, acepto, y se saca la bandera naranja. Entonces te dan un cargo, una delegación, un puesto.

Antes se preguntaba qué hay de lo mío y ahora miramos a uno de Ciudadanos y decimos qué hay de lo suyo. Más de uno está ahora consultado el organigrama de la Junta por ver cuántas agencias, consejos, entidades, empresas, institutos para el fomento y tal hay, existen, son, se gerencian.

Hay quien dice que esto aporta votos al PP, dado que absorbiendo a sus cuadros se queda con los votos naranja. Error. Ciudadanos no tiene votos. Así que no puede sumar votos. Es todo una cuestión de transversalidad. Y de imagen. Y de sueldo.

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