Opinión | La libreta del duque de Chantada

Evans & Johnson, sociedad peligrosa

Shannon Evans y BJ Johnson son el Betis que este fin de semana se enfrenta a Unicaja. En este inicio de temporada anotan 33 puntos por partido

Shannon Evans

Shannon Evans / ACBPHOTO / S. Castizo

Armona Evans veía todos los partidos de su hijo en la universidad de Arizona State desde su casa de Suffolk (Virginia). «Tiempo de juego es fiesta en casa de los Evans». Unas 25 personas veían los partidos en dos televisores, uno en el salón y otro en el garaje mientras comían albóndigas y pollo. Era un ritual a más de 3.200 kilómetros para apoyar al pequeño Shannon. La carrera de Shannon Evans no fue fácil hasta que se encontró con Bobby Hurley. En la escuela secundario de Nansemond River el coach Ed Young no se lo ponía fácil. «Él solía odiarme», aunque entrevistado por Doug Haller de AZcentral.com el entrenador desmiente al jugador. «No, eran sus hábitos lo que no me gustaban». Evans crecía como una estrella. Brillaba en el béisbol, era un gran jugador de fútbol americano y destacaba en el baloncesto. «Le gustaba la adulación, el ruido de la multitud, pero a veces no se desempeñaba a ese nivel». Young corregía su mala defensa y le pedía que atacara más el aro en lugar de depender sólo de su tiro exterior, y formó un jugador.

Las universidades tocaban a su puerta pero sus notas académicas no estaban a la altura y tuvo que pasar por la academia militar de Hargrave. La matricula costaba 32.000 dólares y toda la familia puso su parte. Unos abuelos donaron 9.000, los otros 3.500 y una tía abuela, 1.500. Sólo necesitó entrenar dos días para que la universidad de Buffalo le ofreciera una beca. El entrenador de Buffalo era la estrella de la universidad de Duke, Bobby Hurley, retirado del baloncesto profesional después de un gravísimo accidente de coche. Su padre era muy fan de su futuro entrenador. «Bromeaba con mi esposa diciéndole que lo único que amo más que a ella es el baloncesto de Duke». Hurley y Evans conectaron desde el primer momento y cuando a los dos años el entrenador cambió de universidad a Arizona State, Evans se fue con él.

BJ Johnson adora una foto de cuando tenía 2 años. Sentado con su padre con una pelota de baloncesto y una canasta. Eran las navidades de 1997, su padre Bob había jugado tres torneos finales de la NCAA con la universidad de La Salle junto a la estrella Lionel Simmons, 7º del draft de 1990. El pequeño BJ pronto destacó y asistió a la misma escuela de secundaria que Kobe Bryant, Lower Merion. Lideró a su colegio al título estatal ante Chester con 22 puntos y 11 rebotes. Las ofertas llegaron y voló a la mítica universidad de Syracuse con el coach Jim Boeheim, pero después de dos años de jugar poco decidió volver a la universidad donde su padre había sido una estrella, La Salle. Su padre había anotado 870 puntos en su carrera, su reto era superarlo en dos años, lo hizo anotando 1.072.

Shannon Evans y BJ Johnson son el Betis que este fin de semana se enfrenta a Unicaja. En este inicio de temporada anotan 33 puntos por partido, el 45,4% de los que hace el equipo de Luis Casimiro, realizan el 42% de los tiros de 2 y de 3 de todo el equipo y BJ Johnson es el máximo reboteador. Son la pareja que más influencia tiene en su equipo de toda la ACB. Si las rotaciones de Ibon Navarro consiguen cortar esa conexión entre Suffolk y Philadelphia, Unicaja estará más cerca de la victoria, en este inicio de temporada con altos y bajos pero con mucha esperanza. Suerte.