Al azar

Sánchez nos salió respondón

Pedro Sánchez.

Pedro Sánchez.

Matías Vallés

Matías Vallés

La democracia es el arte de votar al candidato favorito, y de despreciar al que se derrotó de antemano. Si le anuncian ahora mismo que acaba de dimitir o Feijóo o Sánchez, ¿cuál es el aspirante más probable al abandono a media carrera? En cambio, si le hubieran formulado esta misma pregunta hace seis meses, el resultado habría sido el contrario. De ahí que los conservadores empiecen a preguntarse si su líder desea gobernar. Las encuestas ofrecen diferentes enseñanzas a diferentes lectores, pero solo hay un resultado de consenso en la maraña de sondeos, el presidente del Gobierno no se rinde.

El PP confiaba en una renuncia al estilo del Zapatero agobiado por la crisis financiera, pero Sánchez salió tan respondón como en anteriores encrucijadas. El presidente del Gobierno se ha crispado, pero no ha abandonado. No haber forzado un adelanto electoral imprescindible para sus aspiraciones es el primer fracaso del líder del PP. Se lo ha comido el calendario, «noventa minuti en el Bernabéu son molto longo». En la otra orilla, seguir gobernando puede ser un acto de rebeldía, no darse por enterado. El dramatismo de las caídas desde lo más alto suele postergar a los presidentes que perseveraron y continuaron contra todo pronóstico.

Quienes diagnosticaron el exilio interior de un Sánchez acuciado por el síndrome de La Moncloa y sin el contrafuerte de un Gobierno en condiciones, han tenido que plegar velas ante la energía presidencial. Enfrente, Feijóo no despierta hostilidad, sino desinterés. Lo fía todo al odio personalizado a su rival, pero el candidato más endeble es aquel de quien no hay nada malo que decir. El viraje llega al punto de que Sánchez cuenta ahora mismo con rivales más acreditados en su círculo interno que en la oposición. Debe empezar a preocuparse de la Yolanda Díaz que habrá servido de liebre de la primera presidenta del Gobierno, de una Nadia Calviño que no puede ocultar sus urgencias o de la dicharachera pero mortífera María Jesús Montero. Para cuando la izquierda se decida por alguna de ellas, es posible que la antagonista del PP siga siendo como hoy Isabel Díaz Ayuso.

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