En corto

¡Iglesias a las aulas!

Pablo Iglesias.

Pablo Iglesias. / L. O.

Pedro de Silva

Pedro de Silva

Sería estúpido ignorar que muchas cosas que le pasan a Iglesias, del acoso en su chalé de Galapagar al rechazo a que vuelva a dar clase en ‘la Complu’, son fruto de una persecución más o menos espontánea. Pero sería igual de estúpido obviar que el carácter enredador y un tanto mesiánico de este hombre dará problemas allá donde esté. Juntando una y otra estupideces a evitar, sería mejor que hubiera ganado la plaza universitaria de análisis político, para la que nadie sensato puede negarle experiencia (abstracción hecha del resultado de algunos análisis suyos). Pontificando en las aulas, subido al estrado, o a una mesa si quiere, podría evocar los tiempos en que armó uno de los movimientos populares más interesantes en décadas y lamentar amargamente haberlos reconducido luego al orden. De paso dejaría trabajar tranquilos a los deudos suyos que quieren hacer algo de veras útil.

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