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Los lobbies de la industria energética secuestraron Sharm el-Sheij

Cumbre del Clima de Sharm el-Sheikh

Cumbre del Clima de Sharm el-Sheikh

Joaquín Rábago

Joaquín Rábago

Sólo quienes todavía se hacen ilusiones sobre estos tipos de conferencias pudieron creer que de la de Sharm el-Sheij sobre el cambio climático podría salir otra cosa que huecas declaraciones y algún compromiso que luego no se cumple.

Pero nunca en una reunión de la ONU dedicada a la lucha contra el calentamiento del planeta hubo tal presencia de lobistas de la industria energética como en esa ciudad egipcia, según denuncian muchas de las oenegés asistentes.

Era la primera vez que las empresas petroleras y gasistas participaban en el programa oficial, y ¡vaya que se aprovecharon!

En palabras de Rachel Rose Jackson, de ‘Corporate Accountability’ (Responsabilidad Corporativa), ONG dedicada a denunciar los abusos de las compañías transnacionales, aquello parecía «una feria de muestras de la industria energética».

Al menos acudieron allí 636 lobistas del sector de los hidrocarburos, un 25 por ciento más de los que asistieron en su día a la conferencia de Glasgow.

Los lobistas de la industria energética sumaban más que los representantes oficiales de los diez países en desarrollo más directamente afectados por el cambio climático, entre ellos Pakistán, Bangladesh o Mozambique.

Arabia Saudí, principal productor y exportador mundial de petróleo, aprovechó el evento en la ciudad egipcia para publicitar la ‘economía circular del carbono’.

Los ecologistas denuncian, sin embargo, que se pretenda presentar como ‘limpias’ la captura de carbono y otras tecnologías que permitirán que se siga emitiendo CO2 a la atmósfera, así como el hidrógeno, sin distinguir suficientemente entre el de origen fósil y el ‘verde’.

Actualmente se estima que en torno a un 95 por ciento producido en el mundo es del primer tipo y por lo tanto, contaminante.

Resulta también cuando menos paradójico que la compañía de refrescos Coca-Cola, símbolo por excelencia del capitalismo norteamericano y mayor generador mundial de plástico, patrocinase la reunión de Sharm el-Sheij.

La empresa estadounidense admitió en 2019 que emplea anualmente para sus envases hasta tres millones de toneladas de plástico, que es además el mayor contaminante de los océanos.

¿Y qué decir, por otro lado, del hecho de que muchos de los delegados presentes en la conferencia viajaran a Egipto en aviones privados?

La conferencia de Sharm el-Sheij no puede disimular tampoco la intensa campaña de relaciones públicas llevada a cabo por la industria energética a raíz de la invasión rusa de Ucrania.

Desde que comenzó esa guerra y Occidente decidió boicotear el gas y el petróleo rusos se han anunciado planes para construir en la UE veintiséis nuevas terminales para gas licuado, cuya extracción y transporte por mar son todavía más contaminantes.

La Unión Europea ha firmado además con Egipto e Israel acuerdos destinados a impulsar la extracción de gas en el Mediterráneo oriental.

En mayo, la Comisión Europea incluyó el gas natural junto a la energía nuclear entre las fuentes de energía sostenible, y en septiembre el Reino Unido concedió nuevas licencias para la explotación de yacimientos submarinos de gas y petróleo en el mar del Norte.

Además, en Sharm el-Sheij, diversos gobiernos africanos presentaron proyecto gasistas de los que, sin embargo, no serán las comunidades de esos países, sino principalmente la industria europea, quien se beneficie.

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