TRIBUNA

Día de la bandera andaluza

Fernando Muñoz Cubillo

Fernando Muñoz Cubillo

Ni la bandera de España debiera ser patrimonio de los partidos de derechas, que la ultrajan al identificar la con su ideología, ni la memoria democrática debiera ser patrimonio de las organizaciones políticas o sociales de izquierdas. Defender y aceptar nuestra historia democrática debiera ser tarea de todos los gobiernos sin excepción.

Y es ahí donde el presidente de la Junta de Andalucía da un paso políticamente importante al situar la bandera andaluza como símbolo de nuestra autonomía, al mismo tiempo que reconoce en la persona de Manuel José García Caparros a un andaluz que hoy representa más al conjunto de la sociedad andaluza en lucha por su autogobierno, que cualquier político de nuestra historia autonómica, esa bala que se esconde en el anonimato de los secretos de estado, bien podríamos ya ponerle nombres y apellidos a sus responsables.

Y tiene valor este posicionamiento del presidente del Gobierno andaluz, cuando de todos es sabido que su propio partido político, el Partido Popular, antes llamado Alianza Popular, junto con la UCD, se opusieron frontalmente a la autonomía que hoy disfrutamos con sus luces y sus sombras. Pidieron una abstención o un voto en blanco, llamando a la ciudadanía a «no dejarse engañar» mediante el único referéndum autonómico que se ha celebrado en nuestra democracia. Nos impusieron unas condiciones casi imposibles de entender, por la pregunta, y casi imposibles de cumplir por los resultados exigidos de mayorías en todas y cada una de las provincias. Esas eran las posiciones que defendieron en los mítines en nuestra provincia tanto el presidente de Alianza Popular, Manuel Fraga, como el líder de la UCD, nuestro actual alcalde Francisco de la Torre por UCD.

Pero la población andaluza quería romper con un pasado de esclavitud a los que de hecho se venían sometiendo, cansados de que las decisiones que nos afectaban se tomarán en «Madrid», favoreciendo a unas regiones y siempre Andalucía, perdiendo, subdesarrollada. El gran éxodo masivo de andaluzas y andaluces hacia otras regiones, como Cataluña o países de Europa como Alemania, Francia, Suiza,... para huir de la miseria de nuestros pueblos y ciudades era la única oportunidad para sobrevivir.

El 4 de diciembre de 1977 Andalucía no salió por una bandera, sino que Andalucía salió con una bandera empuñada para exigir un autogobierno formado por gentes de aquí, que conocieran nuestra realidad, elegidas por nosotros, garantía para mejorar las condiciones sociales, económicas y laborales de nuestra región.

Pero hoy, no hay bandera que pueda tapar las desigualdades sociales, económicas o laborales de nuestra región. Los pueblos de nuestra provincia siguen reduciendo su población año tras año, ya son varios los pueblos que no llegan a 200 habitantes y otros tantos que rozan esa cantidad, pero para el conjunto de localidades de nuestra provincia no hay oportunidades de empleo ni se aprecian políticas públicas de reactivación económica alguna.

Fueron decisiones de los diferentes gobiernos del Estado en el último tercio del siglo XIX, y en las diferentes etapas políticas del siglo XX, quienes abandonaron Andalucía a su suerte, incluso no debemos olvidar que en la conformación del anterior gobierno andaluz, en 2019, se fraguó en Madrid en un gesto de desprecio claro hacia nuestra autonomía.

Ni la bandera andaluza ni la de España se deben politizar desde los partidos o desde las instituciones de manera excluyente, como sí hacen algunas en Cataluña o en Madrid, para enfrentar a regiones entre ellas, o a grupos sociales, o de manera partidista para enfrentarm a diferentes gobiernos.

Los andaluces no salíamos a la calle contra nadie, sino por Andalucía a pedir «pan, trabajo y libertad», lo mismo que hoy estamos pidiendo para miles de malagueñas y malagueños como decía Carlos Cano en su canción la murga de los currelantes.

Tras más de 40 años de autonomía Andalucía está lejos aún de la convergencia social, económica y laboral con el resto de comunidades autónomas de nuestro país y a esa convergencia se llega con políticas claras pensadas para el conjunto de la sociedad andaluza, y huyendo hoy de esos inversores que dejan pobreza cuando se extraen y se llevan el beneficio de nuestro trabajo.

Como decía Paco Ibañez, cantando la mala reputación, en ese concierto mítico en el Olimpia de París «que en el mundo que no hay mayor pecado que el de no seguir al abanderado». Cuidado con las banderas, cuidado con el sentimiento de las gentes para quién y para qué se utilizan. ¡¡¡Viva Andalucía, Caparros siempre en este 4 de diciembre!!!

Suscríbete para seguir leyendo