PALABRAS GRUESAS

La política como novela

La política española hace tiempo que salió del ensayo y se ha convertido en una novela, en la que poco parecen importar los objetivos políticos

La diputada de Vox en el Congreso Patricia Rueda, que fue expulsada del hemiciclo

La diputada de Vox en el Congreso Patricia Rueda, que fue expulsada del hemiciclo / EP

Verónica Fumanal Callau

Cuando la política es un tema personal acaba el ensayo y empieza la novela, aquella que desmenuza el entramado de relaciones personales que explican el porqué de la componenda, quién es amigo de quién, quien está peleado y por qué, traiciones, amores, pasiones, enemistades y lealtades relegan al papel que juegan las alianzas, la estrategia y los fines políticos. La política española hace tiempo que salió del ensayo y se ha convertido en una novela, en la que poco parecen importar los objetivos políticos en favor de quien me cae bien o es mi amigo. La nueva categorización social ha dejado atrás las corrientes ideológicas para abrazar el principio de amistad como elemento de cohesión política.

Sinceramente, es complicado identificar desde un punto de vista analítico cuáles son las diferencias, cada vez más acuciantes, entre Yolanda Díaz y Unidas Podemos. La palabra «unión» y sus derivadas «unidos» y «unidas» nunca fueron utilizadas para nominar un espacio más fragmentado. La atomización de los morados no tiene un componente ideológico o estratégico, sino que se explica por la ruptura de las relaciones personales de un partido que, ¡oh casualidad!, presumía de tener origen en un grupo de amigos: ¿qué podía salir mal cuando se unen en la misma frase amistad y poder? La penúltima discrepancia está protagonizada por la vicepresidenta Díaz y el exdirigente de Podemos y ungidor de su liderazgo. Y la ruptura, veremos si definitiva, tiene dos relatos divergentes más propios de una novela, donde la deslealtad o la traición son las tramas principales.

Las críticas más furibundas en la política parlamentaria española últimamente también responden a cuestiones personales, el último y más evidente el acoso recibido por la ministra Montero por su vida personal. Es necesario recordar que, a diferencia de Yolanda Díaz, quien le debe tanto su nombramiento como su encumbramiento (a priori) como candidata de UP a Pablo Iglesias, Irene Montero fue votada por la Asamblea de Unidas Podemos y que, por lo tanto, su legitimidad emana directamente de la voluntad de los inscritos de Podemos. La última campaña en redes sociales del Partido Popular también ha explotado el lado más personal de la política, a través de perfiles oficiales señalaban a cada uno de los diputados socialistas, con nombres, apellido y fotografía, invitando a los ciudadanos de sus regiones a que los convencieran de votar contra la reforma del delito de sedición. Esta campaña de señalamiento pretendía amedrentar a los diputados en su ámbito más personal, cuando están fuera de la cámara, con sus familias, en la calle, en un parque… Una campaña infame impropia de un partido que ha gobernado.

De novela también es el periplo de Macarena Olona, que en ningún momento ha dado razones políticas para su deslindamiento de Vox. Su comunicado de baja de militancia se basaba en cuestiones de índole personal, referidas a la salud. Tras su secesión del partido ultra, no ha dejado de hacer de lo personal una estrategia de comunicación política. Tanto el camino de Santiago como su viaje a Panamá constituyen parte de la narrativa de su resurgimiento político y ambas sitúan esa motivación en el plano personal. Supongo que más adelante, en esta novela que necesita alimentar de forma imperiosa para no morir mediáticamente en la irrelevancia, desvelará cuestiones de índole personal sobre sus antiguos compañeros de Vox. Más capítulos para una novela que tendrá su epílogo en una candidatura forzada por la aclamación popular de aquellos que tanto la quieren de vuelta en el Congreso.

Las filias y fobias siempre explicaron una buena parte de la trastienda política. Dicen que el primer tripartito en Catalunya (2003- 2006) solo se pudo entender por la buena sintonía de los tres líderes. Sin embargo, me cuesta pensar en un momento político de la historia reciente de nuestro país en el que casi todo haya sido personal o se haya relatado como argumento de legitimidad política. Los ataques al Gobierno central no se realizan desde un plano político; de hecho, pareciera que a la oposición le gustan la mayoría de las políticas que se aprueban, ya que sus ataques se centran en los rasgos de carácter del presidente del Gobierno, y el más repetido ha sido el de traidor. No me dirán que esto no es más propio de un personaje de novela que de un ensayo político.

Suscríbete para seguir leyendo