LA SEÑAL

Si flota es pato

Vicente Almenara

Vicente Almenara

La extrema izquierda hispanoamericana está compungida porque uno de los suyos, Pedro Castillo, hasta ahora presidente de Perú, ha sido detenido tras su intento frustrado de un autogolpe para permanecer en el poder. Contratiempos que tienen los dictadores. El resto de los sátrapas del continente siguen atentos a la pantalla, pero hacen como si no fuera con ellos. Caso también de Charles M. Blow, columnista del New York Times, que sostiene que las cancelaciones no existen, que confundimos el ejercicio de la crítica con unas persecuciones mitológicas que sólo existirían en los que llama victimistas, qué caradura.

Desde Carmen, en Only You, seguimos el ruido de fondo del partido de España y Marruecos y nos tememos lo peor. Recuérdese que la primera guerra hispano marroquí tuvo lugar en el ya lejano 1859, durante el reinado de Isabel II, alzándose España en aquella ocasión con la victoria, pero sería la última vez, desde entonces no para de ganar Marruecos, y hasta nuestros días, con el trágala del Sahara, por ejemplo.

El sabio de Rafael Sánchez Ferlosio decía que tanto el fútbol como la guerra eran igualmente variaciones de antagonismo y que, si bien el primero era menos cruento, ambos pertenecían al juego de la guerra eterna que perpetraba la humanidad contra sí misma. España y Marruecos, dos enemigos íntimos que han combatido con las armas al menos en dos ocasiones solo en el último siglo, y quizá una tercera si contamos la nada pacífica Marcha Verde.

Antes, el almuerzo había transcurrido como corresponde, muy bien, en La Reserva, los boquerones en vinagre estupendos, los comensales de al lado no. Un contertulio, cátedro para más señas, nos explica a la plebe que en toda la democracia no ha habido restricciones de derechos y libertades como las recientes de la pandemia: el derecho de libertad de circulación -artículo 7 de la Constitución-, y de residencia - artículo 19-, el derecho de reunión y manifestación -artículo 21- para actos públicos y para el número de personas que podían reunirse en una casa, el derecho a la libertad de culto -artículo 11- porque se limitó la asistencia a los actos religiosos, se congeló el derecho al sufragio -artículo 23- porque se suspendieron elecciones en Galicia y el País Vasco, se afectó el derecho al trabajo -artículo 35-, y el de libre ejercicio de la actividad empresarial -artículo 38- por el cierre de la actividad económica… Casi nada, siete derechos constitucionales, si flota es pato. Y después llega el Tribunal Constitucional y confirma que los estados de alarma fueron ilegales. Casablanca no sé si siempre nos quedará, los jueces… ¿cuánto falta? Porque puede pasar que le hagan al Constitucional el mataleón, como a esa turista en una calle de Málaga, asfixia y al suelo, y coge la cartera y el móvil y corre.

El de los salmonetitos lo dice claro, pero no alto, muchos no quieren trabajar, 1,2 millones de españoles no acuden al tajo a diario y el 22 por ciento ni lo justifica, solo en un año el absentismo ha subido un 12 por ciento. Los taquitos de balacalo fritos han desaparecido, pero en las copas queda algo de Parada de Atauta 2019, excelente.

Les comento a los complotados que hace unos días vi por aquí a María Gámez y a su marido -que tienen un hijo estudiando en la Ciudad del Paraíso-. Como se sabe, la todavía directora general de la Guardia Civil y el todavía ministro Marlasca pasan la mayor parte de la jornada laboral viendo vídeos de la valla de Melilla y con el mando congelan la imagen y como no les gusta vuelta a empezar… Este es un trabajo que cansa y alguien de la mesa nos recuerda a aquel general de la Guardia Civil que comparecía en las ruedas de prensa del bichito y que dijo que intentaban quitarle estrés al Gobierno, bueno pues fue ascendido a jefe del Estado Mayor. ¡Qué flaco servicio le hizo al Cuerpo!, me dice mi coronel, a la izquierda. Moraleja: si quieres prosperar, ya sabes a quien pelotear, y si quieres cesar no tienes más que decir la verdad, ¿no es así, Manuel Sánchez Corbí y Diego Pérez de los Cobos, entre otros? Santa Teresa se expresó de otra manera:

¡Oh, bandera, en cuyo amparo

el más flaco será fuerte!

¡Oh vida de nuestra muerte

qué bien la has resucitado!

al león has amansado.

Pues por ti perdió la vida,

vos seáis la bienvenida.

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