En corto

Enigmático Benedicto XVI

Pedro de Silva

Pedro de Silva

Cumplidos los fastos funerarios, no es impertinente reabrir los enigmas sobre la dimisión del Papa Ratzinger, hace casi 10 años. La alegada falta de fuerzas por la edad y la enfermedad se compensaba con un vigor intelectual que le granjeó el respeto de sus adversarios, creyentes o no, reforzando el arsenal doctrinal de la Iglesia. Por otra parte tras acreditar una formidable capacidad de control político en el cónclave que lo llevaría al papado no trató de atar una sucesión que asegurara la preeminencia de los sectores eclesiales con los que estaba identificado, yendo a parar el Vaticano a manos de un seductor jesuita, más afín a la filosofía de la praxis y la acción que a la filosofía pura. ¿Qué fracaso o decepción lo habría llevado a abandonar toda lucha? Recluido luego en total silencio, fue ejemplar en lo que más importa en una sucesión: no dar problemas ni sombra al sucesor.

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