Cartas de los lectores

Mar Sánchez Ramos

Publicidad engañosa

 Todos los consumidores de nuestro planeta somos hoy día destinatarios de infinidad de mensajes publicitarios, cuando miramos la tele, oímos la radio, leemos la prensa, o navegamos por medio de internet.   Ahora bien, todos esos «dardos» recibidos de manera prácticamente permanente, y que en teoría, bien deberían de servirnos para aprovecharnos de buenas oportunidades de compra, en la práctica, una parte de ellos actúan como verdaderas trampas que confunden a los potenciales clientes para que elijan mal y gasten de más, por lo que se convierten en publicidad engañosa.   Como -entre otros casos- cuando no presentan su precio claramente a la vista, la etiqueta de lo que cuesta está escrita en «letra chica» difícilmente legible, los muestran -con intención solo de despistar- por cantidades distintas a kilos o litros, e, incluso los ofertan sabiendo que están ya agotados.   Y es que, ante estas prácticas inexactas e ilegales aparecidas en algún que otro escaparate o tienda web, además de que deben de ser ¡ojo¡ denunciadas, lo mejor que se puede hacer para no caer en sus tramposas redes, es -lisa y llanamente- no comprar.