En corto

Malos tiempos para la lírica

Pedro de Silva

Pedro de Silva

Todo creador es ante todo un ego que aspira a expandirse. En el gran arte de la escultura el ego busca forzar a codazos un espacio para hacerlo suyo. Junto a una playa de mi ciudad hay una obra del escultor Miquel Navarro (“Andarín”) cuya ambición expansiva es modesta, aunque basta para definir su espacio. Pero muchas obras de Navarro, en su mayoría en hierro, son de grandes dimensiones, pues su ego artístico lo es. La erigida ante el Museo Artium de Vitoria, que recuerda bastante a “Andarín”, mide 45 metros y 25 la muy bella “Oteando”, en Torrelavega. Navarro, artista formidable, lucha ahora contra la erección de un parque eólico en el entorno de la vaguada en Siete Aguas (Valencia) donde se encuentra su museo al aire libre. Es un combate que justificaría un gran debate conceptual, ideológico, estético y hasta vital, pero los tiempos andan tan groseros que no es fácil que prenda.

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