La vida moderna Merma

Zonas veredes

No paro de escuchar a amigos contar que deben marchar de sus pisos porque pasan a ser alquileres turísticos y no tienen -literalmente- donde ir

Los precios de la vivienda en Málaga están por las nubes.

Los precios de la vivienda en Málaga están por las nubes. / Gonzalo León

Gonzalo León

Gonzalo León

La situación de Málaga con respecto al acceso de los ciudadanos a la vivienda se está convirtiendo en un castigo perpetua que afecta a todos.

Nuestra ciudad, por sus características geográficas, tiene el suelo contado y los límites se van extendiendo a cuentagotas para poder sacar algo digno que ofrecer a las nuevas generaciones. Pero sale poquito.

Un no se cabe que está comenzando a ser una pesadilla para muchos y que debería tener una lectura coherente por parte de todos.

Si Málaga fuera cutre, fea, sin vida y triste, nadie querría vivir aquí. No existiría el boom malaguita. Las empresas no buscarían en este rincón el lugar al que acudir y los señoros más ricos del mundo no atracarían sus yates en Muelle Uno.

Nada de eso sucedería y probablemente las cosas fueran de otra manera. Pero no es así. Más bien todo lo contrario. Y bien debiera ser motivo de alegría pues se trata de la prueba evidente de que las cosas funcionan bien por el sur.

El éxito es positivo. Nadie en su sano juicio pudiera no alegrarse de ello pero -y ahora viene lo otro- sería menester conseguir que, debido a esta maravilla, los propios ciudadanos se vieran abocados al fracaso en su propia ciudad.

No es nada nuevo. Hay lugares en toda Europa convertidos en caladero de guiris con la expulsión real y tangible de núcleos de población para que lleguen los de las maletillas y la camiseta.

Una rendición de Breda que llega hasta la tierra bendita del sur a la orilla de la mar y no hay visos de que se acabe.

Y ante eso, por desgracia, creo que poco se puede hacer. El sistema está diseñado de tal manera que difícilmente desde los gobiernos locales o autonómicos sea posible diseñar líneas de actuación que hagan que los precios del alquiler bajen.

Curiosamente, en política todo es sensible de ser arrojado a la cabeza del adversario y este asunto no podía ser menos. Por eso es habitual oír los disparos envenenados sobre este asunto con culpabilidades que van y vienen. Y en Málaga también.

El resultado: ruido sin sentido. Culpabilizar al alcalde o al presidente de la comunidad autónoma de esta situación es algo arriesgado por un doble motivo: la incoherencia y la falta de motivos.

Si Podemos en Málaga acusa al alcalde de ser el culpable del alto coste de la vivienda y los alquileres, habría que pensar que, de igual modo, Ada Colau en Barcelona es la que ha conseguido que Barcelona esté igual o peor que nosotros.

Si el PSOE considera que la Junta es la responsable del alto coste de la vivienda y los alquileres, habría que pensar que, de igual modo, Puig en Valencia es el que ha conseguido que Valencia esté igual o peor que nosotros.

¿Lo van a decir? Rotundamente no. ¿El motivo? Que mientras que la gente las pasa canutas hay personas que usan las miserias del sistema para sacar rédito político sin ofrecer nada certero a la sociedad.

Podemos hablar de VPO y viviendas protegidas. Correcto. Siempre es necesario que haya más. Pero debemos ser conscientes del mundo en el que vivimos y de que ese tipo de políticas no hacen que baje el precio del alquiler.

¿Acaso tenemos que conformarnos con lo que hay? Pues tiene toda la pinta. Aunque sea feo y raro. Y triste. Pero no queda mucho más. Podemos asumir esa realidad dolorosa o vivir de fantasías. Y quizá, en el equilibrio de ambas cosas esté la situación más idónea para todos.

Una mezcla entre el «haber estudiao» del alcalde y las quimeras irreales de la izquierda. Ahí. En este huequito que queda entre ambas se encuentra la mayoría.

Hombres y mujeres trabajadoras que sufren por no ser capaces de conseguir una vivienda digna como tuvieron sus padres y abuelos.

Y resulta doloroso ver a generaciones de jóvenes que no forman nada porque no pueden salir de sus casas. Porque el salario es justito y los alquileres están por encima de las propias nubes.

¿Cómo van a tener niños las parejas si no tienen posibilidad de encontrar una vivienda ni siquiera de alquiler? La situación es surrealista pues en las zonas más insospechadas de Málaga te encuentras alquileres por las nubes. Pisos en Las Pirámides junto a edificios con vecindarios difíciles a 1.500 euros al mes.

Ejemplos miles de una situación ímproba que llevará irremediablemente a los malagueños a sentirse como el personaje de los dibujos animados Chicho Terremoto que lloraba y reía a la vez.

Sonreímos porque Málaga está mejor que nunca. Somos ejemplo de muchas cosas buenas, atraemos inversión y turismo, la cultura fluye y el atractivo de nuestra ciudad se comparte por todas partes del planeta. Pero no paro de escuchar a amigos contar que deben marchar de sus pisos porque pasan a ser alquileres turísticos y no tienen -literalmente- donde ir.

Es raro que un matrimonio en Málaga quiera pagar mil o dos mil euros por un alquiler pues por bastante menos podría optar a comprar un inmueble. Pero tampoco hay. Porque los propietarios no sueltan o lo hacen a precios estratosféricos.

Una pescadilla que se muerde la cola y nos arrastra hasta un escenario difícil, de consecuencias severas y con un futuro poco esperanzador.

Por eso, cuando buscamos auxilio en los representantes y nos hablan de zonas verdes, dan ganas de gritar: ¡Zonas veredes!

Viva Málaga.

Suscríbete para seguir leyendo