Notas de domingo

La chispa y la vida

Jose María de Loma

Jose María de Loma

Lunes. Decía Josep Pla que liar cigarrillos le ayudaba a buscar adjetivos. Yo estoy buscando adjetivos para calificar el frío que hace y que tengo en este lunes invernal y de enero. No consigo salir del edredón mientras con el teléfono hago zapping por las emisoras radiofónicas. Algunas critican al Gobierno y otras lo ponen verde. Me paso a los vídeos cortos de Instagram y después de ver a gente preparando ensaladas, enseñando el culo, dando consejos imitando el acento colombiano o bailando, miro las notificaciones de Twitter. Antes se decía si me lees te leo. Ahora es si me retuiteas te retuiteo. O no. La mención masajea la vanidad. El retuiteo, el ego. Consigo levantarme. La tertulia en el café de redacción esta mañana ha sido sobre el obligado cambio de coche si no quiere uno conducir una reliquia con la que no pueda entrar en muchas ciudades o centros históricos. Alguien informa de que los coches ahora no te los entregan hasta pasados tres meses por lo menos. Me da pereza cambiar mi coche, ir al concesionario, preguntar, aguantar admoniciones, escuchar a un vendedor, evitar que te coloque unos accesorios que ni sé qué son. Eso si tuviera pasta, claro. A la hora de la cena, mi hijo pregunta inquieto: ¿cuándo tú eras pequeño de qué hablábais los niños si no había videojuegos? Abro una cerveza.

Martes. San Francisco de Sales, patrón de los periodistas. Si quieres su protección, hazte suscriptor. Si toda la gente que en las redes alaba el trabajo de los medios comprara un periódico nadaríamos en la abundancia. Bueno, al menos las empresas no serían tan deficitarias. No debo estar muy bien hoy, se me ha ocurrido desayunar un aguacate. Por fortuna, recobro la lucidez. Y pan. Y el aceite y el tomate. La cafetera no va. De este lustro no pasa que la cambie. Me enchufo un descafeinado de bote y tal atentado al cuerpo marcará el ánimo para toda la jornada, si bien el anuncio de que me va a llegar un libro de cuentos de Álvaro Cunqueiro recién editado mejora un poco el humor. Unos señores de la Coca Cola tienen la gentileza de invadir la redacción y obsequiarnos a todos con unos objetos de regalo de la marca. La chispa de la vida, sí: una pausa en el trabajo, un botellín en la mano, una foto conjunta, unas risas. Este oficio da muchos sinsabores pero hoy sabe a refresco y burbujas. La Asociación de la Prensa de Málaga entrega en una fiesta sus distinciones anuales, este año a Azucena Cervantes, a la Universidad y a Manuel Castillo Casermeiro, Socio de Honor por sus 50 años como miembro del colectivo periodístico. De madrugada, miro el estante que soporta a los libros que teorizan sobre el periodismo. Son muchos. Enciendo la tele.

Miércoles. Agustín Rivera me tienta para ir con Garriga Vela a ver a Vila Matas al Thyssen, donde da una conferencia. Vila Matas, no Rivera. Esto ocurrió el lunes, la verdad, pero aún hoy sigo dándole vueltas a lo que pudo haber sido (esa tarde) y no fue. Yo estaba preso de obligaciones. Y no me he atrevido a preguntarle a Agustín nada aún, no vaya a ser que lo pasaran pipa. Si te tomas una cerveza con Vila Matas lo mismo te mete en su próxima novela, lo cual es un peligro pero una tentación. Garriga y Vila Matas tienen gran complicidad literaria. Puede que hoy a esta hora aún estén hablando de Barcelona, de novelas, de la calle Muntaner o del vino. Son tipos que viven (benditos sean) un poco bastante al margen de la realidad.

Jueves.Caraja matinal descafeinada. Plató. La tragedia de Algeciras. La mañana es tensa y emotiva. A Fernando Díaz de la Guardia, Ana Hinestrosa y su equipazo les queda un programón vivo, riguroso, dinámico. A la tarde, el alegre deambular maquillado.

Viernes. El flan de maíz con sabor a quicos que dan en La Cosmo.

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