Viento fresco

Tamames y el cocido

Ramón Tamames

Ramón Tamames / Jose María de Loma

Jose María de Loma

Jose María de Loma

La moción no prosperará pero está engordando su agenda. Y su ego. Si de esta no saca réditos políticos, sí que va a hacer nuevos amigos. Ramón Tamames ha desvelado que invitó a Feijóo a comer a su casa y que pretende hacer lo propio con Sánchez. Hay dos tipos de españoles: los que nunca enseñan su salón y los que siempre fardan de las lentejas que preparan. Tamames tiene un pisazo en Madrid y a sus muchos méritos académicos tal vez haya que añadir el de cocinero. Suárez pactaba fumando Ducados y Felipe fumando habanos. Aznar dice que lleva años sin probar una patata frita y a Zapatero, desde que una vez dijo que le gustaban mucho las almendras, un espabilado bedel se las colocó en cuenquitos por toda la Moncloa.

Feijóo no sabemos qué come pero aspira a darle a Sánchez la del pulpo. Sánchez nos proclamó que para él un chuletón al punto es imbatible si bien algunos opinan que el chuleta es él. También por ahora imbatible. Tamames resalta que si no acepta ser el candidato a presidente en la moción de censura impulsada por Vox tal vez se arrepienta «toda la vida». No está mal para alguien que tiene 89 años. Ese «para toda la vida» resulta ser una proclama de optimismo vital inigualable, envidiable y loable.

Con Tamames, gracias a su legendario libro, aprendimos varias generaciones cuál es la estructura económica de España. Ahora podemos aprender cómo ser un buen anfitrión. Pasó por el PCE y por el CDS de Adolfo Suárez. Ahora no quiere pasar por el aro. O sí. Tamames tiene hechuras de un presidente de la República del siglo XX. No sabemos sin embargo si su especialidad son las croquetas, los guisos o el moderno minimalismo. Sí sabemos que está cocinando una moción. Alrededor de una mesa siempre se han hecho tratos, convenios, conspiraciones y mociones de censura, claro. A Sánchez le salió bien la suya contra Rajoy y tal vez lo que quiera Tamames es preguntarle qué comió en las vísperas. Rajoy bebió. Whisky cerca del Congreso, cuando supo que se lo habían merendado.

Siempre se ha dicho que este es un país de estómagos agradecidos, pero hay mucha gente que va con el estómago vacío y luego pasa lo que pasa. Abascal está en la cocina de todo esto pero la cosa le está saliendo a fuego lento y le faltan votos para un guiso exitoso.

Al cocido nacional le quedan este año tres vuelcos: la moción, si se hace; las municipales y las generales. No está asegurada la buena digestión pero sí el espectáculo.

Suscríbete para seguir leyendo