360 grados

A pesar de la guerra, Ucrania apuesta por lo nuclear

Una mujer cruza un puente destruido en Bajmut, región de Donetsk, el 6 de enero de 2023, en medio de la invasión rusa de Ucrania.

Una mujer cruza un puente destruido en Bajmut, región de Donetsk, el 6 de enero de 2023, en medio de la invasión rusa de Ucrania. / AFP

Joaquín Rábago

Joaquín Rábago

Como si las centrales atómicas no presentaran aún más peligro en un país inmerso en una guerra atroz cuyo final ya nadie se atreve a pronosticar, el Gobierno de Ucrania sigue apostando por lo nuclear.

Según su ministro de Energía, se han encargado a la empresa estadounidense Westinghouse la construcción de dos nuevos reactores para la planta de Khmelnytskyi, en el oeste del país.

Los dos reactores de fabricación soviética que funcionan ya allí tuvieron que suspender provisionalmente sus operaciones en noviembre tras un ataque masivo ruso con misiles contra la red eléctrica cuyo suministro depende de esa planta.

La decisión de Kiev es objeto de críticas de la organización sin ánimo de lucro BeyondNuclear International, con sede en Takoma Park, Maryland (EEUU), que advierte al mundo de los peligros relacionados con la industria nuclear.

Esa ONG se dice escandalizada por el hecho de que Kiev haya decidido seguir adelante con ese proyecto pese a tener ya la mayor central de toda Europa en Zaporiya, actualmente ocupada por Rusia, y objeto de ataques indiscriminados.

Pero también porque se haya elegido además como socio a una empresa como la estadounidense Westinghouse, que tiene, según Linda Pentz Gunter, directora de esa ONG, un más que dudoso historial de ejecución de obras.

Así su exvicepresidente Jeffrey A. Benjamin fue acusado hace dos años por un gran jurado de de conspiración, fraude electrónico y ocultación deliberada de datos, entre otros graves delitos.

Según la acusación, pese a estar informado de que las obras de construcción de un proyecto nuclear de miles de millones de dólares acumulaban un enorme retraso y que el presupuesto se había además disparado, Benjamin aseguró a sus clientes que no había ningún problema.

En lo que respecta al proyecto nuclear para Ucrania, el Gobierno de Kiev calcula que la puesta en funcionamiento de los reactores encargados a Westinghouse podría ocurrir en 2030 0 2032 mientras que el coste sería de 5.000 millones de dólares.

BeyondNuclear califica esos cálculos de totalmente ridículos y pone como ejemplo los dos reactores que la empresa está construyendo en Vogtle (Estado de Georgia), que lleva siete años de retraso y cuyo coste total puede superar los 30.000 millones.

En cualquier caso, el presidente ucraniano parece entusiasmado con Westinghouse y otras empresas norteamericanas de sectores como el tecnológico y el militar como prueban las palabras que dirigió a los asistentes a una conferencia de cámaras de Comercio de EEUU:

«Marcas americanas como Starlink y Westinghouse forman ya parte de nuestro modelo de vida. Los brillantes sistemas de defensa – como los (misiles) Himars o los (tanques) Bradleys- unen a sus empresas con nuestra historia de libertad. Esperamos los (misiles) Patriot. Y nos hemos fijado ya en los (tanques) Abrams».

Pero no sólo Ucrania está interesada en los servicios de Westinghouse, sino que también el Gobierno polaco, firme aliado de Kiev, ha firmado con ella un contrato para la construcción de tres reactores nucleares en ese país.

Según Piotr Müller, portavoz del Gobierno de Varsovia, la energía nuclear será un elemento importante en el plan de seguridad energética polaca.

A Polonia, país rico sobre todo en carbón, parece gustarle ahora lo nuclear y no sólo su uso pacífico, sino también el militar: así su presidente, Andrzej Duda, dijo en octubre que su Gobierno mantenía conversaciones con EEUU sobre el posible estacionamiento de armas atómicas en suelo polaco.

Algo que, sin embargo, se apresuró a negar EEUU, que, según la Federación de Científicos Estadounidenses, tiene ya en torno a un centenar de armas de ese tipo en cinco países de la OTAN: Holanda, Bélgica, Alemania, Turquía e Italia.

Un eventual estacionamiento de armas nucleares en Polonia o también en Ucrania si este país se convirtiese un día en miembro de la OTAN, violaría tanto el Tratado de No Proliferación Nuclear como el Acto Fundacional OTAN-Rusia de 1997, por el que la Alianza Atlántica se comprometió a no instalar armas nucleares en el territorio de sus nuevos miembros.

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