DESDE EL SIGLO XX

Roma (PP) en el apiolamiento de Casado sí ha pagado a traidores

Lo que ha acontecido en el PP, al contrario que en la Roma republicana y después imperial, es que sí se ha pagado a los traidores

Ayuso, entre Feijóo y Casado, el 2 de octubre de 2021, en un acto del PP en Valencia.

Ayuso, entre Feijóo y Casado, el 2 de octubre de 2021, en un acto del PP en Valencia. / EFE

José Jaume

El ecoxUn año apenas, transcurrido como un soplo», escribió el poeta    en recuerdo del dolorido desamor, es el tiempo consumido desde que el PP acabó con quien lo presidía. El pulgar hacia abajo, la condena, llegó, cómo no, de la mano de quien podía y quería: Isabel Díaz Ayuso, que espera, impertérrita, a que caiga (ya veremos) Alberto Núñez Feijóo para consumar su asalto al poder, el ascenso a la cúpula de la derecha hispana. Pablo Casado fue defenestrado con tanta o más vesania de la que en el PSOE se echó mano para enviar a las tinieblas exteriores a Pedro Sánchez. A la desvencijada vieja guardia socialista que, cuánta ceguera, apostaba por Susana Díaz, la operación le salió de la peor manera posible: el hoy presidente del Gobierno es indiscutible al frente del PSOE. Los vencidos (pages, lambanes, guerras y demás familia, Felipe González es otra galaxia) purgan sus penas. Al que fue presidente del PP se le ha sentenciado sin misericordia a la peor de las condenas que en la vieja Roma se ejecutaba con el vencido: la extinción de la memoria, la damnatio memoriae, borrar su recuerdo para así negarle el derecho a haber existido. Es lo que se está haciendo con Pablo Casado. Otra vieja sentencia latina: Vae victis ¡Ay de los vencidos! Casado las colecciona todas. Se le ha borrado de la historia del PP. Nunca fue su presidente. Jamás estuvo. En política las caídas son siempre estrepitosas; en el caso de la que nos ocupa terrible. No queda resquicio para la misericordia.

Lo que ha acontecido en el PP, al contrario que en la Roma republicana y después imperial, es que sí se ha pagado a los traidores, a los que estaban con el líder hasta 24 horas antes de que se decidiera aplicarle la electrocución. Los mensajes remitidos por los conjurados cuando Casado dijo lo que dijo de Ayuso, muestran tanta indecencia como cinismo, incorporando la desvergüenza; es el caso de la portavoz popular en el Congreso de los Diputados, antes y ahora, Cuca Gamarra, que, al preguntarle por el tuit en el que se derretía en elogios hacia Casado por lo declarado sobre la presidenta de la Comunidad de Madrid, responde que se hizo lo que se tenía que hacer. Le sigue en lección de desfachatez el portavoz en el Senado Javier Maroto y la del Parlamento europeo Dolors Monserrat. Hay más. Actores de reparto. Núñez Feijóo no ha condenado a nadie al ostracismo, conserva a los conjurados a su vera. Al gallego, que sigue la mejor (?) estela de Mariano Rajoy, le ha convenido abonarles el precio de la traición, la que le ha permitido llegar a la presidencia del PP por aclamación. Sin disputas. A Casado lo eligió parte de los afiliados (quedó segundo, tras la ganadora de aquellas primarias, Soraya Sáenz de Santamaría) y la mayoría de los compromisarios. María Dolores de Cospedal y José Manuel García Margallo no soportaban que la vicepresidenta de Rajoy heredara el cargo. Así les fue.

¿Y ahora qué? Enfatizan que con Feijóo el partido ha salido del agujero negro en el que se precipitó tras la moción de censura que acabó con Rajoy y encumbró a Sánchez. Se le da ganador en la mayoría de los sondeos, muchos interesados en que así sea. Hay elecciones en mayo y otras, las generales, hacia diciembre. Muchos meses por delante. El Gobierno acumula públicos desencuentros (Pablo Iglesias se afana en que se encadenen), pifias importantes (los túneles de los trenes de Cantabria y Asturias, que deberían haber liquidado a la ministra y no circunscribirse al cese de subalternos), convulsiones varias. Es el terreno en el que se ha adentrado Sánchez, a quien se le sigue negando desde la derecha, los jubilados socialistas y no pocos despechados el pan y la sal. El presidente parece hecho de una extraña textura. Cínico. Inmoral. Los insultos son diarios. Con Casado fue hasta golpista. Traidor a España. Feijóo no llega a tanto: se aproxima. Gamarra, Maroto y demás integrantes de la nutrida cofradía de la confabulación siguen embistiéndole: se hacen acreedores al favor de no haber sido pasaportados. Vienen meses intensos. La niebla se espesa.

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