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¿Maniobra de distracción sobre la voladura de los gasoductos?

Fuga provocada en el gasoducto Nord Stream II.

Fuga provocada en el gasoducto Nord Stream II. / L. O.

Joaquín Rábago

Joaquín Rábago

Ahora resulta que los terroristas que dinamitaron los dos gasoductos del Báltico destinados al transporte del gas ruso por mar hasta Alemania tal vez formaban parte de un grupo ruso anti Putin y pro ucraniano que actuó por libre.

Lo primero que llama la atención de esta nueva versión de lo sucedido es la casi simultaneidad con la que se anunció a ambos lados del Atlántico: en Estados Unidos por el diario The New York Times y en Alemania, por la cadena de televisión ARD en el noticiero de las ocho de la tarde.

Los dos medios de comunicación daban como fuente los servicios de información del país respectivo. Y el objetivo no podía ser más claro: sembrar dudas sobre el detallado reportaje del periodista de investigación Seymour Hersh, que atribuyó directamente a Estados Unidos la autoría del atentado.

Pormenorizada y bien documentada investigación, esta última, que prefirió, sin embargo, ignorar olímpicamente The New York Times, tan solícito ahora al publicar esta nueva versión fantástica, bastante difícil de creer por las circunstancias en que se produjo la voladura.

La tesis de Hersh es que se trató de una operación ordenada directamente por el presidente Joe Biden y fruto de la estrecha colaboración entre EEUU y Noruega, que aprovecharon para llevarla a cabo unas maniobras de la OTAN en aguas poco profundas del Báltico, próximas a la costa sueca.

Que Washington y el Gobierno alemán, víctima, aunque se niegue a reconocerlo, de esa acción terrorista ya que los gasoductos eran propiedad de una empresa germanorrusa, pongan ahora en tela de juicio el reportaje de Hersh con una nueva versión totalmente rocambolesca es abusar de la ingenuidad de la opinión pública occidental.

Según esa versión, los investigadores han identificado la embarcación desde la que se llevó a cabo el sabotaje, que fue supuestamente alquilada por una empresa con sede en Polonia aunque propiedad de ciudadanos ucranianos.

A bordo del yate viajaban el capitán del yate, dos submarinistas, dos ayudantes de estos últimos y una doctora, que actuaron con tanta negligencia, de forma tan poco profesional, que dejaron en la mesa del yate rastros del material explosivo utilizado.

No hay, sin embargo, pruebas de quién ordenó el ataque y no se descarta, según los medios citados, que se tratase de lo que llaman una «operación de falsa bandera», es decir destinada a culpar a otro país.

El consejero de la presidencia ucraniana se apresuró a negar que Kiev tuviese algo que ver con la voladura mientras que la ministra alemana de Exteriores y su colega de Defensa dijeron que no debían sacarse prematuramente conclusiones.

Las fuentes del Gobierno de EEUU no quisieron revelar, según el diario neoyorquino, «la naturaleza de los datos, ni cómo se obtuvieron ni tampoco sobre la credibilidad de las pruebas». Ni tampoco establecieron «conclusiones firmes».

Y, sin embargo, todo ello ha servido para arrojar tinta de calamar sobre la investigación de Hersh, un periodista galardonado con el premio Pulitzer y que reveló en el pasado varios escándalos protagonizados por las Fuerzas Armadas estadounidenses.

Que un grupo ucraniano o ruso llevase a cabo una operación de ese tipo en aguas patrulladas continuamente por barcos de la OTAN y todo ello sin conocimiento de los aliados resulta en efecto muy difícil de creer.

Moscú lleva tiempo pidiendo que se le permita participar en la investigación de lo sucedido en aguas del Báltico, pero tanto Dinamarca como Suecia han rechazado esa petición.

Al periodista alemán Reinhard Lauterbach (diario Junge Welt) le parece sospechoso que esta noticia se produzca poco después de la reciente visita a Washington del canciller federal alemán, Olaf Scholz, de la que poco se ha informado.

¿No podría ser, escribe aquél, que los dos Gobiernos hubieran acordado allí ofrecer una nueva versión del sabotaje que sirviera para evitarle a Alemania el bochorno que supone haber sido supuestamente blanco de la acción terrorista de un país aliado?

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