REDES

Padres en redes, menores en riesgo

Uso de redes sociales.

Uso de redes sociales. / IMAGEN DE ARCHIVO / PIXABAY

Enrique Benítez

Enrique Benítez

Pese a todo lo que se sabe sobre el riesgo que supone compartir fotos y datos personales en las redes sociales, miles de padres y madres, de todo tipo y condición social, siguen compartiendo con alegre despreocupación fotos e imágenes de sus hijos menores de edad. Parece una batalla perdida, pero quizás las noticias que llegan de Francia permitan una breve reflexión al respecto.

El diputado Bruno Studer ha liderado una proposición de ley para regular esta materia. Algunos datos pueden ayudar a comprender la situación: de media, un menor de 13 años ha compartido en redes en torno a 1.300 fotografías, a tan temprana edad. Los menores comparten su intimidad sobre todo por TikTok e Instagram, mientras que los padres que presumen orgullosos de sus vástagos lo hacen a través de Facebook. La tendencia a compartir estas imágenes, cuando lo hacen los adultos, tiene un nombre en inglés: sharenting, que combina las palabras sharing (compartir) y parenting (referencia a los padres y madres). En otros países se ha investigado bastante sobre esta situación.

Los riesgos derivados de esta difusión de imágenes de menores son varios. No se respeta la privacidad de los niños. Se obvia, por supuesto, su consentimiento. Se facilita una huella digital de los menores que puede ser aprovechada con fines espurios (los pederastas capturan estas imágenes para construir sus perfiles falsos con los que acercarse y atraer a otros menores). No es una paranoia de gente muy sensible. Se trata de riesgos reales analizados por expertos y fuerzas de seguridad.

La iniciativa francesa, además, trata de poner coto a los llamados padres influencers, que obtienen beneficios económicos compartiendo las imágenes de sus hijos en redes. Sólo son un 1,1%, según afirma el texto de la proposición de ley, pero un estudio de la organización OPEN (Observatorio de la Paternidad y la Educación Digital) ha demostrado que esta minoría de padres y madres que comercia con las imágenes y la intimidad de sus hijos e hijas obtiene jugosos beneficios de esta actividad.

Francia, ya lo sabemos, está siendo pionera en plantar cara a los gigantes de las redes, mediante iniciativas rigurosas y la aprobación de una legislación específica que ponga coto a sus malas prácticas empresariales. Porque recurrir a programas de alfabetización digital y de sensibilización de las familias no es suficiente. La vanidad y la ignorancia de los adultos seguirá poniendo en riesgo a los menores.