Palabras gruesas

El insoportable coste de la pobreza infantil

Carlos Gómez Gil

Carlos Gómez Gil

Existe una preocupación creciente por la pobreza infantil, así como sobre sus diferentes perfiles, impactos y consecuencias. A nivel internacional y también en España, este problema ocupa una mayor atención en responsables públicos, técnicos sociales, investigadores y académicos, junto a organizaciones especializadas.

La pobreza infantil, la privación y la exclusión en niños, niñas y adolescentes (NNA) existe entre nosotros y tiene múltiples formas, dificultando que los menores puedan tener una vida adecuada, afectando a su salud y a su educación, causando problemas de convivencia e integración que incrementan las probabilidades de fracaso escolar o problemas laborales futuros. Hasta el punto de que se puede afirmar que la pobreza infantil tiene un elevado coste, en primer lugar, para quien la sufre, pero también para el conjunto de la sociedad, aunque no son los costes económicos, ni mucho menos, los elementos más preocupantes que inciden en la vida de estos niños, niñas y adolescentes. Crecer en un hogar en situación de pobreza o desventaja tiene, sin duda, efectos duraderos en la vida de los menores.

Tenemos evidencias contrastadas de que la pobreza, la exclusión y la desventaja en la infancia y la adolescencia erosionan el desarrollo emocional y cognitivo, lastran la educación y la formación, dañando las opciones laborales futuras y afectando también a las condiciones de salud, a la autonomía personal y las posibilidades de incorporación social. No es casual, por ello, que destacadas personalidades, como James Heckman, premio Nobel de Economía, haya señalado que una de las inversiones más rentables para un país sea la destinada a asegurar el desarrollo de la infancia, de la misma forma que se ha insistido en que la calidad de una sociedad se mide por el respeto y el cuidado que presta a sus componentes más débiles. Sin duda, los menores se encuentran entre ellos.

En línea con el Plan de Acción del Pilar Europeo de Derechos Sociales y la puesta en marcha de la Garantía Infantil Europea, que se impulsa desde la Unión Europea en todos sus países miembros, desde el Alto Comisionado contra la Pobreza Infantil, adscrito a la Presidencia del Gobierno, en nuestro país se ha puesto en marcha un amplio estudio, cuyos resultados acaban de presentarse, con el título: ‘El coste de la pobreza infantil en España’, en el que han intervenido investigadores de diferentes universidades. El estudio analiza el impacto social y económico de la pobreza infantil en nuestro país, a la vez que cuantifica los costes que genera, tanto sobre la educación y formación, como en el empleo, los ingresos laborales y la salud en la edad adulta, estimándose por vez primera los costes que esa pobreza supone por pérdida de ingresos, empeoramiento en la salud y la calidad de vida de quienes la sufren.

Algunos datos ofrecidos por este estudio no pueden ser más concluyentes, en la medida en que la pobreza infantil costaría a España cada año más de 63.000 millones de euros, por lo que intervenir activamente para reducir la pobreza de la que son víctimas los menores reduce los costes que esta genera. Las consecuencias de vivir y crecer en la pobreza para los menores se traducen en una mayor propensión en su vida adulta a ganar una media de 5.130 euros menos en su salario bruto anual, incrementándose en un 36% más las probabilidades de sufrir sobrepeso y enfermedades asociadas o en un 12% a padecer depresión. En la misma línea, la calidad en el empleo estaría también directamente relacionada con la pobreza infantil, de manera que crecer en esta situación llevaría a tener un 12% menos de probabilidades de trabajar con contratos indefinidos y un 14% más a tener contratos temporales como adultos.

Conocer y diagnosticar el coste de la pobreza infantil facilita avanzar en identificar las necesidades y medidas para combatirla, permitiendo acertar mejor con las políticas desplegadas. Las inversiones destinadas a los menores no solo mejoran de manera inmediata sus posibilidades de desarrollo a lo largo de su vida, sino que también generan impactos positivos para el conjunto de la sociedad.

Dos aspectos relevantes se omiten en los análisis y estimaciones económicas de este informe, a pesar de tener una importancia inequívoca en la trayectoria vital de los menores. El primero tiene que ver con la dimensión familiar de los hogares en los que niños, niñas y adolescentes crecen y que también afrontan sus carencias y necesidades, siendo muy sensibles a los cambios y alteraciones que se producen en las unidades familiares y en sus progenitores. Y el segundo afecta directamente al impacto social de la pobreza infantil en términos de desestructuración social, daños en su educación y formación, vulneración de sus derechos, situaciones de riesgo y violencia estructural derivadas directamente de las situaciones de pobreza y exclusión que atraviesan. Son elementos tan importantes que no pueden dejarse fuera a la hora de integrar las investigaciones sobre la dimensión económica de la pobreza infantil.

A medida que conocemos más sobre la pobreza y vulnerabilidad infantil más convencidos estamos de que romper el círculo de la pobreza y la exclusión desde la infancia no es únicamente una exigencia de justicia social, sino también una cuestión de inteligencia colectiva.

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