Viento fresco

Aventura en el festival de cine

Merodeando por una de las alfombras rojas me vi en un embrollo

Dafne Fernández se hace un selfie durante la presentación en el Muelle Uno de la serie de HBO 'Pollos sin cabeza'

Dafne Fernández se hace un selfie durante la presentación en el Muelle Uno de la serie de HBO 'Pollos sin cabeza' / GREGORIO MARRERO

Jose María de Loma

Jose María de Loma

El otro día me fui a dar un garbeo por el Centro a cotillear un poco todo esto del Festival de Cine, nunca se sabe si se va a topar uno con una celebridad o con un actor. Apostado cerca de la alfombra roja del Hotel Málaga Palacio, me puse a escrutar las ventanas del edificio por si acaso atisbaba algo. Qué sé yo, una joven actriz en albornoz con la mirada perdida hacia la mar. De pronto se me acercó una señora y me pidió un autógrafo. Alguna vez tendría que llegarme el éxito, pensé, tantos años escribiendo columnas, y al fin alguien reconoce el mérito. Pero espanté rápido este pensamiento, claro, sobre todo cuando la señora me dijo que en las películas parecía más joven, más delgado y más alto. Y que por qué iba tan despeinado.

Fui a sacarla de su error cuando me espetó con condescendencia: pero bueno, me encantó tu papel en ‘Los hombres son idiotas salvo cuando dicen adiós’. Titubeé un poco pero ante su cara de ilusión, y su amor a decir la verdad, saqué un bolígrafo. Llevo cuarenta años portando siempre un bolígrafo por si alguien me pide un autógrafo y hoy era el día de estrenarlo. Saqué el bolígrafo y en un insospechado gesto de audacia impostora, le dije: en esa peli la que estaba bien era la protagonista, que es una gran actriz. Hombre, es que tú vocalizas nada más que regular, hijo, me respondío la señora, que hizo un gesto a un grupo de amigas que esperaban cerca y que vinieron hasta nosotros. Pues así en la realidad no vale mucho, oí susurrar a una. Y qué mal combina la ropa, replicó otra. Sin saber cómo, formamos un grupo amplio y fue entonces cuando un fotógrafo que merodeaba por la zona comenzó a hacernos fotos. Un colega lo imitó y pronto, varios fotógrafos de los que aguardaban en la alfombra roja a los famosos, se acercaron a disparar su cámara.

Se arrimó gente. Tiene voz de pito, anunció solemne un adolescente. Yo creo que sale de payaso en el programa de Risto, dijo un señor. No, es uno muy tonto de La casa de papel, le indicó un joven con bigotito, que me extendió un bloc para que le firmara. Con mucho afecto, le puse. E hice un garabato. No sabía cómo salir del embrollo. Si es que quería salir del embrollo. Y entonces me sorprendí a mí mismo alzando la voz y diciendo: es muy emocionante tener al público cerca, sentir su aliento, complicidad y calidez, este es el gran premio a nuestro trabajo. La señora que me había abordado primeramente me miró con complicidad no exenta de reprobación. Soy idiota, pensé para mis adentros. Y dije adiós.

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