EL OCASO DE LOS DIOSES

El engaño

Desde la angloholandesa Leyenda Negra, seguida por Francia y después por USA (Guerra de Cuba…), hemos soportado infinidad de falsedades históricas que nos nos hemos molestado en contradecir

Rafael Simón Gil

Rafael Simón Gil

Wilhelm Müller fue un poeta romántico alemán poco conocido -entonces y hoy- pese a que un genio de la música, muerto muy joven a causa de la sífilis, Franz Schubert, musicalizara sus poemas “La bella molinera” y “Viaje de invierno”, Winterreise, uno de los más bellos ciclos de lieder que se hayan compuesto en la historia de la música. La postrera fama de Schubert acabó de eclipsar la ya de por sí escasa notoriedad del autor de los poemas, el tímido e inseguro Müller, rasgos estos también comunes al propio Schubert, el peripatético vienés errante que se recluyó al conocer su incurable enfermedad. De ese dolor nació la frase dirigida a sus amigos: “Nunca más… volverá la vida amable”. Pocos años después un dipsómano genial, muerto también joven, E.A. Poe, escribió El cuervo, enigmático poema que acaba con “nunca más”. Si para Müller la poética montaña inalcanzable era su lábil autoestima, los dos colosos que fascinaron a Schubert hasta la idolatría fueron Goethe -que siempre le ignoró con altiva displicencia-, y Beethoven, del que dijo reverencial “¿quién puede hacer algo después de Beethoven?”. Winterreise lo componen 24 lieder que en la voz del barítono alemán Dietrich Fischer-Dieskau y el piano de Brendel, Moore o Barenboim, resultan inmortales (también el bajo-barítono Hans Hotter, para qué mentir). El lied 19 se titula “Engaño”, donde el viajero, tras deslumbrarse por una ilusoria luz y seguirla con devoción, solo consigue ser engañado. Por cierto, amigo Poe, el lied 15 es “El cuervo”.

Y así hemos vivido: engañados; sobre todo en España, desde dentro y desde fuera. Ab intus, porque nuestros líderes políticos, nuestra clase intelectual y académica -si tal existe-, los endogámicos gremios profesionales, los nuncios bancarios, el empresariado, los sindicatos y nuestros medios de comunicación, junto a ese taciturno cuervo secular llamado “nula autoestima española”, han practicado -sobre todo desde Zapatero- una suerte de “síndrome de Munchausen por poderes” haciéndonos creer que España no tiene cura, que somos un pueblo enfermo, que nuestra mala analítica seguirá eternamente, que somos crónicos niños débiles a los que hay que vigilar para que no empeoren. Creada esa patología del complejo de inferioridad genético, los efectos son devastadores. Y se manifiestan a la vista de propios y extraños sin el más mínimo pudor (recuerden la frase atribuía a Bismark “España es el país más fuerte del mundo: los españoles llevan siglos intentado destruirlo y no lo han conseguido”). Desde cualquier estamento del poder se nos jibariza, se nos inocula la percepción de pedigüeños, recurrentes receptores de ayudas, subvencionados habituales, vagos, mediocres e ingobernables. Y quienes deben impedirlo ni se inmutan.

Y ab extra, porque nadie es tonto, porque la debilidad se siente, se huele y se castiga. Porque desde la angloholandesa Leyenda Negra, seguida por Francia y después por USA (Guerra de Cuba…), hemos soportado infinidad de falsedades históricas que nuestros dirigentes, empresarios, intelectuales, académicos y medios de comunicación no se han molestado en contradecir. Hasta soportamos, resignados, la infamia de la llamada Gripe Española que se originó en USA (China no ha consentido que el Covid-19 se llame o identifique como virus chino). Pero el pasado, pese a la memoria democrática que los legatarios de ETA osan escribir, no nos hará más fuertes ni mejores, más competitivos ni valiosos, más importantes y necesarios. De ahí que se compadezca mal la insensata senda (por débil y enfermiza) que tomó la política española hace ya años, y que se ve aumentada cada vez más por este Gobierno espectral (por lo gótica que resulta su composición) al que parece importarle muy poco lo que piensen y digan de nosotros con tal de que lleguen los millones o nos permitan estar en el club de los poetas muertos a cambio de no recitar ni un solo poema.

Hace unos años Lehman Brothers contagió la economía mundial con su quiebra. ¿Escucharon a USA pedir perdón, a sus ciudadanos escondidos en casa para no pasar vergüenza? Pregúntenle a la Reserva Federal o a la prensa de EEUU. Estos días han sido tres bancos USA los que han colapsado, y también el Credit Suisse de la calvinista Suiza. ¿Han visto a los reguladores de ambos países arrojándose por la ventana del honor por el deshonor, o chamuscar su higiene en la hoguera de Ginebra donde quemaron vivo al científico español Servet? ¿Han visto a sus medios de comunicación, a su ciudadanía, pedir perdón? Recuerden la minicrisis financiera española de hace unos años y comparen. ¿Tiene algún problema ético los Países Bajos por mantener un régimen fiscal tan luteranamente atractivo? (lo califico así para evitar los escatológicos versos de Quevedo que me pide el cuerpo y la pluma). ¿O Irlanda, Luxemburgo, Suiza, Malta, Gibraltar…? ¿Y los territorios británicos repartidos por el mundo como los mayores paraísos fiscales? ¿Son todos tan luminosamente oscuros? (utilizo el acerado oxímoron para no solicitar la obligada libra de carne shakesperiana que exige el mínimo decoro moral).

¿Y la corrupción? Sí, una lacra pestilente en España. Sí, la del rey consorte de los Países Bajos, Bernardo, marido de la reina Juliana, cuando recibió de la empresa de aviación Lockheed un millón de dólares (¡de 1976!), la misma que sobornó al ex primer ministro japonés Tanaka. Sí, la ensoñación freudiana que tuvo Sarah Ferguson, esposa del príncipe Andrés del RU, filmada cuando aceptaba dinero de un periodista camuflado que le ofreció medio millón de libras por facilitarle el acceso al príncipe. Sí, el escándalo de corrupción de eurodiputados socialistas del Parlamento Europeo porque, según el director de Transparencia Internacional de la UE Michiel van Hulten, “a lo largo de muchas décadas, el Parlamento ha permitido el desarrollo de una cultura de impunidad, con una combinación de normas y controles financieros laxos y una falta total de supervisión ética independiente”. Sí, la del excanciller alemán Gerhard Schroeder, el aventajado millonario socialdemócrata y “lobista” de Putin. Hay muchas otras. ¿Seguimos? ¡Y la alternativa es China, Rusia, Venezuela, Cuba o teocracias islamistas como Irán! A más ver.

(Spoiler corruptivo) Don Pedro ha “dimitido” a la directora general de la Guardia Civil, María Gámez, al conocerse que su marido está investigado en un caso de corrupción con fondos públicos en la Andalucía de los ERE. ¿Recuerdan a Luís Roldán? Que no les engañen.

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