Cartas de los lectores

Luis Rodríguez Ureña

Lista de espera quirúrgica

Me pongo en contacto con ustedes para denunciar la dramática situación que estamos viviendo muchos pacientes en toda Andalucía. La Junta de Andalucía está delegando en hospitales privados la asistencia médica que debería desempeñar nuestra sanidad pública, en vez de contratar personal y quirófanos para nuestros hospitales.   Mi suplicio comienza en marzo de 2020 cuando denuncié en prensa y radio para conseguir que me atendiera el especialista en traumatología, y me programara la operación de espalda que llevaba esperando 14 meses con dolores insoportables y una vida paralizada en lo laboral, lo físico y lo emocional. Deciden, al fin, operarme en el Hospital El Ángel, a lo que acepto debido a mi desesperación sin reparar en las consecuencias. Al principio, parecía que todo había ido bien, pero al cabo de unos meses empiezan los mismos dolores incapacitantes que antes de la operación.   En la revisión anual, consulto mi situación al mismo traumatólogo que llevaba mi expediente y que iba a operarme en la sanidad pública, y observa en la radiografía que la operación realizada no es la aconsejada y que no ha cursado con éxito. Me aconseja pues, volver a operarme, con las consabidas complicaciones que conlleva una segunda operación de espalda. En la actualidad han pasado ya 253 días de aquella cita, han pasado ya esos 6 meses de espera que da la Junta de Andalucía, con el pretexto de enmascarar sus interminables listas de espera, y aquí sigo, esperando, y esperando... con una baja laboral que se extingue y que la inspección de la Seguridad Social ya no admite con la consiguiente posibilidad de que me incapaciten de oficio mermando también mi salud económica.   He sido paciente al principio, esperando que la sanidad que es nuestra, de todos, respondiera a mis necesidades. Después, he reclamado oficialmente y por escrito ante la administración y aquí sigo, esperando...   Con todo esto, quiero dejar constancia de que nuestra sanidad pública está herida de muerte, y con ella nuestra salud física y mental, incluso, como en mi caso, la económica.