No será fácil que la cosa acabe cuajando, pero ¿quién sabe? Le ayuda estar en vísperas de asumir la presidencia de turno de la UE, claro, pero también, seguramente, que no haya demonizado de forma absoluta a países de Iberoamérica fuera de la órbita de USA. El caso es que China necesita poner como sea un estribo de su plan de paz para Ucrania al otro lado del puente, pues la prolongación de la guerra no le conviene: le cuesta dinero, ralentiza el crecimiento mundial, le cierra mercados y tiene peligro de desatar una a gran escala. Pudiendo, como cree que puede, ganar el futuro tecnológico y económico, ¿para qué seguir jugando y estropearlo todo? Eso es para parias como la Rusia de Putin, que solo puede ser potencia militarista. Tal vez le quede grande a Sánchez (no puede ser desleal con la UE y la OTAN), pero ningún patriota español debería segarle la yerba en casa por este viaje.
