El contrapunto

El día en el que Torremolinos regresó al Sunday Times

Rafael de la Fuente

Rafael de la Fuente

Confieso que me emocionó la lectura de aquel inesperado artículo de Stephen Emms. Había sido publicado en el venerable suplemento dominical del Sunday Times británico. Con este título: «Torremolinos, la desdibujada ciudad española y su sorprendentemente glamuroso renacimiento». Nos lo avisó a primera hora del domingo 19 de marzo una admirable amiga londinense de Concha, mi mujer. Esa gran dama y su familia son unos grandes amigos nuestros. De toda la vida. Y son también unos modélicos amigos de España y de todo lo español. Por venir la noticia de quién venía y, además, con el aval de uno de los gigantes del mundo de la gran prensa internacional, el título nos llamó poderosamente la atención. «The faded Spanish city making a surprisingly glamorous comeback». Leímos ávidamente el texto varias veces. Era perfecto. Simplemente perfecto.

Fue el 19 de marzo de 2023. Además, el día 20 se suponía que era el de mi cumpleaños. Me sentí muy feliz. Y también muy privilegiado. Por aquel inesperado regalo. No en vano mi relación – y mi fascinación– con Torremolinos me llegaban desde tiempos muy lejanos. Puedo precisarlos: desde los comienzos del verano de 1957, cuando empecé a trabajar en el legendario Hotel Santa Clara de Torremolinos. El Castillo del Inglés. Así lo llamaron siempre los lugareños de Torremolinos. Aquel mágico reino junto al mar fue para mí siempre el hotel más bello del mundo. El que levantara en los años treinta aquel pundonoroso coronel George Langworthy, un gran hispanista británico, sin impurezas, químicamente puro.

Encabezaba el texto del Sunday Times una atractiva ilustración, muy marinera. Con una luminosa escena protagonizada por embarcaciones de recreo, reflejándose en las aguas del Mediterráneo. El pie de foto lo decía todo: «Torremolinos was one of the most sophisticated spots to holiday in the 1950s». Aquello era rigurosamente cierto: históricamente Torremolinos en los años 50 se convirtió en uno de los lugares más sofisticados que han existido para poder permitirnos el gozar de unas vacaciones perfectas. Admito que fui un humilde testigo de aquellos acontecimientos prodigiosos. Eso sí. Confieso con humildad que pude ser un testigo tan privilegiado como afortunado.

Nos confirman en el Sunday Times que en el sur de España, en Torremolinos, de nuevo intentan tocar el cielo. Gracias a sus nuevos hoteles-boutique y sus tentadoras ofertas gastronómicas, además de muchas otras cosas, como la recuperación de su historia y el recuerdo de aquellos grandes personajes que la enriquecieron. Es obvio que finalmente se encuentran inmersos en un renacimiento que ya estaba siendo muy deseado. Nos sigue relatando Stephen Emms cómo decidió recientemente visitar Torremolinos. «Después de una visita a la elegante e histórica ciudad de Málaga», a la que desde hace mucho tiempo consideraba una de sus ciudades preferidas. El periodista Emms elogió los intentos de recuperación de aquel pueblo de la remota Andalucía. Un lugar muy especial que tuvo una historia complicada. En realidad fue un hermoso pueblo andaluz que nunca quiso dejar de serlo. Quizás por eso es inevitable el admirar sus notables esfuerzos para reinventarse a sí mismo.

No hay nada novedoso en todo ello. Además, desde hace tiempo, muchos británicos sienten un interés apasionado y una verdadera fascinación por Málaga y sus tierras. En la página 138 de Fabled Shore, aquella gran escritora que fue Miss Rose Macaulay nos contaba hace muchísimos años cosas maravillosas de un lugar que al final se convertiría en una leyenda mediterránea: Torremolinos. Allí ella descubrió - creo que en 1949 - un maravilloso paraíso secreto: el Hotel Santa Clara. Desgraciadamente éste ya no existe. He escrito tantas veces sobre esa tragedia que quisiera pedir disculpas a mis amables lectores. Pues, además, ahora más que nunca quisiera seguir haciéndolo.

Gracias a mis ilustres amigos de Litoral pude publicar en 2017 una breve y modesta crónica de aquellas lejanas experiencias. Como uno de los capítulos de un libro indispensable, dedicado por los editores de Litoral a Torremolinos: «Torremolinos, de pueblo a mito». «Fueron tiempos de portentos» fue el generoso capítulo que me tocó. Comienza en la página 60. ¿Se repetirán aquellos portentos? Deseo pensar que sí. Me pregunto si eso me autoriza a felicitar hoy a todos los que han tenido algo que ver con la proeza de esa recuperación, ya tan inminente como imparable. Que así sea. Y que los sagaces maestros del Sunday Times lo vean.

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