EL OJO CRÍTICO

Una derrota sin paliativos

El expresidente del Gobierno de España José Luis Rodríguez Zapatero.

El expresidente del Gobierno de España José Luis Rodríguez Zapatero. / EFE

Fernando Ull Barbat

Fernando Ull Barbat

La noticia de que el Ministerio de Interior ha finalizado, de manera definitiva, el sistema de dispersión de presos de la banda terrorista ETA después de 34 años desde que este medio de lucha contra ETA se puso en marcha como un arma más para terminar con el terrorismo en nuestro país, ha pasado sin pena ni gloria por los medios de comunicación y, sobre todo, no ha tenido ningún reflejo en la sociedad española. Y es precisamente esta ausencia de repercusión lo que demuestra, una vez más, que el terrorismo fue vencido hace una decena de años por la sociedad española y que ni uno solo de sus supuestos y lunáticos fines para los que ETA existió se cumplieron.

Como recordará el lector la dispersión de presos etarras por cárceles de toda España en contra de la legislación penitenciaria que establece que los internos que cumplan penas de prisión en cárceles españolas tienen que hacerlo en centros penitenciarios cercanos a su entorno familiar y personal como un modo de potenciar su integración en la sociedad una vez cumplida su pena, se inició en España en 1989 como una forma de evitar el control de unos presos sobre otros o, dicho de manera más precisa, que la jerarquía etarra evitara cualquier intención de abandonar la banda etarra y poder acceder así a los beneficios penitenciarios que tiene cualquier preso en España. Lejos de los tentáculos de la dirección etarra los terroristas eran más proclives a abandonar el terrorismo ya que como se sabe no hay nada como pasarse unos cuantos años a la sombra para que las ideas totalitarias y racistas en las que se sustentaba ETA dejasen de parecer importantes para una supuesta liberación del pueblo vasco.

Hay que resaltar que este sistema se ideó como medio para conseguir la división dentro del colectivo de presos de ETA y como una manera de trasladar a la parte de la sociedad vasca que apoyaba a ETA que era posible salir de la espiral de violencia y obediencia que imponía la banda terrorista. Durante décadas la ley del silencio se impuso en el País Vasco. En unos casos porque se impuso la idea de que la violencia, la extorsión y los asesinatos eran el único medio eficaz para conseguir la independencia del País Vasco y, en otros, porque gran parte de la sociedad vasca calló y miró para otro lado produciéndose una de las grandes injusticias y miserias que trajo el mundo etarra, la de que si lo han matado será porque algo habrá hecho.

No hay que olvidar que el mayor número de acercamiento de presos etarras a cárceles del País Vasco se llevó a cabo durante los dos gobiernos de José María Aznar. Más de 500 terroristas fueron enviados al País Vasco. La diferencia entre estos acercamientos y los que se produjeron durante el mandato de José Luis Rodríguez Zapatero y de manera más reciente durante el Gobierno de Pedro Sánchez es que, en el caso de Aznar, los acercamientos se realizaron a cambio de nada, es decir, sin que los presos renunciasen a la violencia, sino como medio de conseguir el fin de ETA por la vía de conceder a la banda terrorista todas las peticiones posibles. La derrota y la humillación de España frente a ETA. Eso es lo que intentó Aznar y el Partido Popular para conseguir a cualquier precio pasar a la historia como el artífice de la desaparición de ETA o como afirmaba José María Aznar «la llegada de la paz».

Y a pesar de este acercamiento masivo, el Partido Popular no ha dudado en utilizar el terrorismo como medio de erosionar los gobiernos socialistas a cualquier precio. Ha sido tan burdo y partidista el uso del terrorismo por parte de la derecha española que una de las voces más importantes del País Vasco que lucharon contra ETA, Consuelo Ordóñez, hermana del concejal asesinado por ETA Gregorio Ordóñez, lleva años condenando la actitud del PP. La última vez fue en enero de este mismo año cuando en un acto de homenaje a su hermano acusó al Partido Popular de mentir ya que los gobiernos no excarcelan a presos «sino que son los jueces de la Audiencia Nacional que les han juzgado los que toman esa decisión. Estoy muy tranquila». También acusó a Isabel Díaz Ayuso de no tener principios ni valores por utilizar el nombre del asesino de su hermano (Txapote) para atacar al Gobierno de Pedro Sánchez.

La democracia ha vencido a ETA. Pero también logró desamordazar a todas las personas que durante los años 80 y 90 miraron para otro lado ante los asesinatos y extorsiones de los terroristas. Recuerdo que en mi época universitaria compañeros de universidad trataron de convencerme de un supuesto derecho universal que amparaba a los terroristas y sus partidarios de lograr la independencia así como que la única respuesta posible era el recurso a la violencia. Los mismos que ahora acusan al Gobierno de Pedro Sánchez de haber traicionado a los asesinados por ETA. La vida es así.